sábado, 24 de septiembre de 2011

Columna de pensamiento crítico.Leo Varela: Inseguridad

Todos abajo, carajo! Todos abajo!
……………………………………………………………………………….-Pero, señor, si nosotros no estábamos haciendo nada…
-Mierda, callate la boca! Mierda!
Suburbio. Oscuro suburbio oscuro. Llovió. Los adoquines están húmedos.
Las zanjas huelen a podrido. A la noche nadie sale. Nadie se asoma. Se respira poco, lo indispensable. El silencio arde. Pareciera que a Dios le quedan incómodos estos rincones.
-La camioneta es nuestra, se lo juro…Adentro están todos los papeles…
Cachetazo seco. Un perro detrás de un árbol. Le brillan los ojos. ¿Quién mira? Dicen que los animales intuyen el peligro. Se esconde cuanto puede. Conoce la dureza de esos borregos sobre los huesos. Endereza las orejas. ¿Quién mira?
-Así vas a aprender, hijo de puta!
Una luz apenas amarilla -¿un farol?- se enciende en una de las casillas de enfrente. Enfrente no es acá. Una figura. Un disparo hacia lo alto. Hacia el cielo.
-Apaguen esa luz, carajo!
Otro disparo hacia arriba. Y más silencio. Más corazón que late y late. Alguna palabra perdida. Las armas ya se afilan. Alguien prende un cigarrillo. Alguien deja de hacer el amor. No hay viento ahora; ni siquiera una ráfaga. Un ladrido, lejos. Una botella de vino que se cae desde una mesa que está roto.
-Contra la pared, los cuatro! Rápido, mierda! Rápido!
Culata que se estrella contra las costillas. Un quejido. Uno se da vuelta. Las piernas ya no lo sostienen. Una rodilla inmensa explota contra sus testículos. Un “ay” y se derrumba. Casi ya desvanecido, no acierta articular lo que quisiera. Una oleada de patadas lo sacude en el piso frío. Alguien traga saliva (¿hasta cuándo?) detrás de una puerta de chapa. Alguien se siente nada. Un niño, que está sucio, se abraza a una mujer. ¿Por quién pregunta?
-Contra la pared, hijos de puta! Las manos altas, negros turros! Las manos altas!
Un borracho se mea en la otra esquina. Le avisan que se vaya. Huye, casi se arrastra, Se encomienda a Dios. Se odia el borracho por no poder correr. Se odia como nunca. Un gato lo observa desde debajo de un camión viejo y oxidado. Se eriza cuando lo ve demasiado cerca. Prepara las uñas (son precisas y filosas). El borracho tambalea hacia un lado y hacia otro.
-A ese, métanlo contra la pared también…
Se obedece. ¿Quién mira? Se obedece. “Dale, pelotudo, levantate!”. Y lo empujan como a una bolsa de basura. ¿Quién mira? Como a una bolsa repleta de mierda. El cielo está gris como una rata. Un papel de diario vuela cada tanto. Es la parte de los clasificados. ¿Alguien se despierta sobresaltado? Una radio informa sobre el pronóstico del tiempo. Le faltan pilas; se entrecorta. O algún cable suelto.
-Contra la pared, hijos de puta! Contra la pared!
El pánico es cuatro. Cuatro caras desbordadas. Sobre la pared ciega y rojiza una cucaracha. El escalofrío es cuatro. La mudez es cuatro; y el cuatro es infinito. La luna parece una boca deformada.
-Así que les gusta afanar, hijos de puta?
……………………………………………………………………………..
Se levanta; va hasta la puerta del departamento. Por debajo de la puerta, asoma el diario. Lo abre, curioso y acostumbrado. Se acomoda en el sillón del living. Lee sin interés: “CUATRO PELIGROSOS DELINCUENTES FUERON ABATIDOS AYER EN VILLA FIORITO”. Acaso suspira. QUIEN MIRA? QUIEN MIRA? QUIEN MIRA?

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