sábado, 24 de septiembre de 2011

Mauro Lo Coco." El Arte en Camista" . Fernando Pesoa


“A cuál de mis yoes estoy aludiendo” se preguntaba Alberto Girri en Variaciones Retóricas. Así revelaba la complejidad y multiplicidad de subjetividades que nos habitan, no sin tensiones, amores y conflictos. Y es que con facilidad naturalizamos que somos esto que lleva este nombre, como si nuestra ambivalencia se conjurara en un documento, en un apellido, en un rol familiar.


La pluralidad de miradas de las que somos capaces, nuestros reveses y pliegues hacen a la laberíntica relación con nosotros mismos. Podemos negar esta multiplicidad o asumirla. Esta última alternativa es la que prefirió el poeta que nos visita esta vez, Fernando Pessoa (Lisboa, 13 de junio de 1888 — Lisboa, 30 de noviembre de 1935).


Poco se puede agregar a las variadas humoradas que el apellido del poeta portugués más importante de la historia de la literatura ha motivado. Pessoa significa, en castellano, nada menos que persona. Curioso es entonces que fuera habitado por más de un poeta, y no nos referimos a influencias, intertextos o referencias de una cultura ilustrada. Pessoa fue literalmente muchos poetas, a los que denominó heterónimos. No se trató de la mera operación de utilizar diferentes pseudónimos con los cuales firmar sus obras. El poeta portugués se encargó de darle vida, obra y, en muchos casos, actividad. Así, de los más de setenta (leyó bien ¡70!) escritores inventados se destacaron nada menos que grandes poetas como Antonio Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos y ensayistas como Bernardo Soares. Algunos de ellos, fueron creados (¿descubiertos?) incluso con fecha de fallecimiento. Y entre ellos hubo lugar también para un ortónimo llamado curiosamente Pessoa.


Los heterónimos tenían vida: Alberto Caeiro era, el maestro de todos los demás. Se trata de un un poeta que podríamos denominar taoísta: practicaba la no filosofía y abogaba por el no-pensamiento como forma de iluminación. Ricardo Reis, por otro lado, fue un poeta que llevó el vitalismo de Caeiro amante de lo epicúreo, del placer y la belleza. En desacuerdo con el gobierno portugués, Pessoa refiere que este poeta fue a radicarse a Brasil. Su fecha de fallecimiento quedó como incógnita, cuestión que motivó que José Saramago (otro gran escritor portugués) retomara la cuestión en el libro El año de la muerte de Ricardo Reis.

En el otro extremo se encontró Alvaro de Campos, quien renegó de la influencia de Caeiro y se volvió un amoral que abrazó el futurismo de Marinetti y sus máquinas de destrucción. Tenía una mirada vitalista que solía polemizar con la melancolía de Ricardo Reis.


Llamativo es que las biografías más completas sean, acaso, las de Caeiro y de Campos, de quienes tengamos quizás más datos que sobre el propio Pessoa. En vista de ello, podríamos conjeturar que Pessoa es apenas un poeta en la obra de Pessoa. De hecho, podemos observar y admirar a su maestro Caeiro, a quien procura continuar en sus indagaciones bucólico/filosóficas. De Pessoa persona sabemos poco más que lo que se nos informa sobre el ortónimo: fue un estupendo traductor de idioma inglés, y vivió encerrado en una pensión traduciendo cartas comerciales. Entre este oficio se dio tiempo para crear maravillosos autores que nos han dejado páginas maravillosas de poesía como ésta.

Huerta orgánica y soberanía alimentaria. Miguel Giannatassio: " Melisa"

La planta que quiero presentar es muy conocida en todo el mundo. Su aroma a limón perfuma el mate, tisanas y hasta comidas y helados. De la familia botánica de las llamadas labiadas, lleva por nombre científico Melissa officinalis y su origen es la cuenca del mar Mediterráneo.

Se usa como sedante suave, antiespasmódica, antidepresiva, digestiva, ayuda a eliminar los gases, anticatarral, antibacteriana y antiviral, favorece la sudoración, es febrífuga o sea baja la fiebre, reanima a los que se desmayan, para calmar taquicardia, vómitos de embarazadas, y menstruaciones dolorosas, picadura y repelente de insecto en uso externo y para tratar inflamaciones dolorosas

Modo de uso: infusión, tintura, compresa o crema.


Cuidado de los frutales


Gracias al pedido de Mariela Quintana, oyente del Patio trasero, recordamos que para cuidar y equilibrar a nuestros árboles frutales, lo mejor, sin lugar a dudas, es aplicar abono compuesto en la parte del suelo que rodea el cuello del árbol, donde se proyecta la forma de la copa. Se rompe una ligera capa de tierra donde se hallan las raíces, y se aplica una capa de abono maduro de 5 cm. de espesor. Luego se cubre con una capa de hojas secas, pasto seco, y se riega. Y recordar que la mejor defensa para los seres vivos es una alimentación equilibrada.

Columna de pensamiento crítico. Leo Varela: Buchones

I.
El ex director técnico de Independiente, mi Independiente, Antonio El Turco Mohamed fue echado por la barra brava de la institución, impulsada –por acción u omisión- por Julio Comparada, socio de Luis Barrionuevo y de Julio Humberto Grondona.
En el partido contra los sanjuaninos, una bandera –colocada por la barra que conduce el ex presidiario Bebote Alvarez, integrante también de Hinchadas Argentinas que trabaja en el plano nacional para el gobierno y en el plano provincial para Francisco De Narváez- denunciaba: “TURCO BUCHON Y CAGON”…Antonio Mohamed, sin embargo, actuó al menos esta vez con coraje y como un hombre de bien. Y se fue, solo, con su conciencia en paz.

II.
Michel Foucault señala en Las palabras y las cosas que una de las funciones principales del lenguaje es clasificar. Toda clasificación es
una manera de organizar y de ordenar el mundo.
Hay lenguajes que parecen más estrictos, con más rigor, que otros.
El lenguaje de la Ciencia, por ejemplo, quiere garantizar el efecto de objetividad y, por ende, autentifica en la medida de lo posible las marcas de subjetividad. Sin embargo, esto no significa que sea objetivo, genera ese efecto. Es otra cosa, entonces.
Si se emplea la palabra “hidrógeno”, ese término se encuadra dentro de un sistema clasificatorio: “hidrógeno”. “dióxido de carbono”, etc.
Pareciera que esos términos, en esos sistemas, controlan o restringen las connotaciones que toda palabra contiene. Ya Cervantes, en el Quijote, indicaba que “Hijo de puta!” era, según cómo se lo utilizara y en qué ámbito, un insulto o una expresión de admiración. Esta es la cualidad dialéctica del signo, definida magistralmente por V. Voloshinov.

La palabra “mogólico” designa una condición, vinculada con la constitución incompleta del ADN en un sujeto. Sin embargo, esa palabra es empleada muchas veces como insulto o agravio, o sea abre por los menos dos sistemas clasificatorios: uno vinculado con una “capacidad diferente”, como se dice con un eufemismo, y otro, vinculado con el sistema de insultos y ofensas.

Como bien explica el antropólogo, Daniel Miguez, hay una palabra –no son casuales los usos ni la proliferación de significados variados y variables- que cada vez cobra mayor dimensión en esta sociedad nuestra que es capaz de tolerar cosas insólitas y también de rebelarse, muy de vez en cuando, con coraje bajados del cielo. Esa palabra es “buchón”. Si bien existen en otras lenguas sinónimos de “buchón”, como “soplón”, por ejemplo, en ninguna tiene la extensión y la ubicuidad que tiene en nuestra lengua.

Nuestro “buchón” es un término que deriva del gorjeo incontenible e incontrolable de las palomas en estado de excitación. El gorjeo es percibido por todos, no puede guardarse. Se vuelve público lo que es un estado privado.
El “buchón” es un traidor. Su traición difiere, sin embargo, de la “mexicaneada”, que es el robo de parte de lo robado de un ladrón a otro.
El “buchón”, entonces, es un subtipo del traidor.
¿Cuál es la especificidad de la traición que comete el “buchón”?
¿Qué es lo que produce la estigmatización del “buchón”? ¿Por qué se lo condena con tanta fuerza?
La condición básica es que debe existir una transgresión, es decir que haya alguna norma extendida a un grupo mayor que ha sido de alguna manera violada por alguien o por algunos sujetos que conforman un grupo menor. Sin esa violación de la norma, no hay secreto alguno que guardar y si no hay nada que ocultar, no hay “buchón” posible.

Ahora bien, además de que debe existir una norma, una ley que se transgredí, debe existir alguna forma de autoridad ante la cual se efectúe la denuncia de la transgresión.

Las condiciones sociales para la existencia del “buchón” son, por lo menos, cuatro:
1. Debe existir un sistema de reglas (que establezca qué está permitido y qué está prohibido)
2. Debe producirse la transgresión de alguna de las reglas de ese sistema.
3. Debe existir un grupo definido que conoce o participa de la transgresión y que resguarda su secreto.
4. Debe existir una autoridad ante la cual ese secreto puede ser revelado.

El estigma del “buchón” obedece a que su delación amenaza la cohesión del grupo del que inicialmente formaba parte.
El “buchón” no es un “botón” ni un “oreja” ni un “ortiva”. Estos, en todo caso, son traidores a una clase. Siempre han estado han pertenecido a la esfera de la Autoridad.

La existencia del “buchón” implica peligros para los que pertenecen al grupo del secreto bien guardado…hasta ayer…El código de omertá se debilita y todo ahora es posible, porque la autoridad va a procurar que la Ley General prive sobre el código de omertá.

¿Por qué la palabra “buchón” se emplea tanto y en tantas diferentes circunstancias en nuestra amada y contradictoria patria?
Porque LA AUTORIDAD –EL ESTADO Y LOS GOBIERNOS QUE LO ADMINISTRAN- EN TERMINOS GENERALES NO ES CONSIDERADA LEGITIMA Y CREIBLE POR RAZONES BASTANTE OBVIAS. Quien debe velar por el bien común no sólo no vela por el bien común sino que participa de la ruptura de la norma general.
En nuestra patria, el uso extendido de buchón puede llevar a que un alumno de primaria le diga a otro “buchón” porque este último le dijo a la maestra que le sacaron el compás. Puede llevar a que lo estigmaticen como “buchón” a quien denuncia a un comerciante que evade al fisco. Y también a un empleado que le dice a su jefe que Suárez se fue antes…
La paradoja de los “buchones” –que perjudican los intereses del grupo del que formaban parte- radica en que muchas veces lo que perjudica o daña a un grupo particular, puede beneficiar al todo social. Un ejemplo: en un diario se sabe que alguien recibe dinero de una empresa o del gobierno de turno. Eso se vuelve público, se denuncia. Esa denuncia “limpia” la actividad que de esa manera gana en credibilidad…Hay por lo tanto una tensión permanente entre la “lealtad” (omertá) al grupo y el bien común, la regla, la Ley.

Y hay también un uso restringido, ligado a las prácticas en las prisiones que son auténticos centros de torturas institucionalizadas.
En estos sectores, tanto el “gato” (que está condenado a realizar el servicio doméstico y sexual), el “refugiado” (el VIP que no puede soportar la violencia inherente a nuestras cárceles y lo trasladan porque tiene dinero), el “mulo” (también condenado a servir a los presos más fuertes o poderosos adentro) y el “buchón” son considerados como OTROS. ¿Por qué? Porque, a diferencia de los otros presos, no están en conflicto a muerte con las normas establecidas…

Columna de pensamiento crítico. Leo Varela: Los medios, los lenguajes y los consumidos consumidos.

I. Lenguajes y consumidores
El lenguaje, aunque parezca paradójico, es simultáneamente estabilidad y cambio. Toda modificación del lenguaje, toda variación, se lleva a cabo en el marco de que hay un núcleo de ese lenguaje que se conserva. Ahora bien, hay instituciones o espacios orientados a privilegiar la transformación, lo nuevo o, mejor, lo parcialmente nuevo. Y existen otras instituciones y otras áreas en los que se privilegia la conservación, lo viejo, lo dado. En la tensión entre lo “dado” y lo “porvenir” estamos nosotros, que somos como equilibristas sin red.
Hay un problema central en lo que concierne a una de esas instituciones que construyen subjetividad: los medios masivos, en particular los audiovisuales como la televisión. ¿Quiere la mayor parte de los medios audiovisuales quebrar en algo la lógica de funcionamiento de este sistema económico-social que excluye materialmente e incluye simbólicamente? ¿O, por el contrario, necesitan esos medios masivos –que son subsistemas de ese sistema general- de consumidores compulsivos para asegurar sus condiciones de reproducción del sistema? El sistema general necesita “compradores” compulsivos no sólo de cosas u objetos, sino por sobre todo de discursos que contribuyan al control y a la disciplina a modo de auto-flagelamiento, como en Código Da Vinci.
Los consumidores compulsivos se construyen más allá de que muchos de esos consumidores compulsivos construidos no puedan por razones económicas comprar lo que se les ofrece. No importa: no es la compra lo que los define sino el deseo de comprar para ser. Lo que se construye es ese deseo (o, por lo menos, una modalidad del deseo). Con eso alcanza y sobra. Con eso se disciplina…
Aun el que nunca jamás va a poder consumir un determinado producto, funcionará como si lo pudiera consumir alguna vez. Lo convertirán a ese consumidor en un adicto. Y a-dicto significa etimológicamente el que no puede decir (a=prefijo que expresa negación, dictum= verbo decir). Y el adicto no puede decir porque ha perdido su voluntad, su capacidad de decidir; es manipulado por algo que es exterior a él pero que opera sobre él hasta transformarlo en una marioneta, en un espantajo.
Ese consumidor compulsivo, ese a-dicto, ese que no puede decir, se orientará y organizará en función de satisfacer un deseo construido por otros. Integrado a un esquema de percepción y clasificación de la realidad que convalida lo existente, deambulará entre televisores de 113 pulgadas, equipos de sonido, computadoras que funcionan ante el temblor del dedo pulgar, zapatillas para magnates y celulares que dicen el latiguillo de moda de la televisión. Adoptan, controlan y adaptan a ese adicto, cuya capacidad de resistencia es escasa o nula.
Cierto es que todos tenemos que satisfacer algunas necesidades básicas, vitales. Si tenemos hambre, deseamos comer. Si tenemos sed, deseamos beber. ¿Qué es lo que se construye, entonces? Lo que se construye es el deseo de comer una hamburguesa determinada en McDonald’s (y no una manzana, uvas o cerezas) y en tomar una Coca Cola, el fantástico analgésico que produce la autodenominada “Fábrica de la Felicidad”, por ofrecer ejemplos emblemáticos.
¿Cómo se relaciona el lenguaje mediático con la construcción de este consumidor que se consume (junto con su voluntad, recordemos, se le consumió el lenguaje) como si fuera un objeto más? Hoy ya sabemos muchas cosas: la mayor parte de los medios son instrumentos de los sectores hegemónicos; producen un lenguaje funcional a esos intereses, es casi obvio. Ese lenguaje no es el del des-cubrimiento sino el del enmascaramiento, es un lenguaje anquilosado y lleno de clichés que obtura la comprensión. No es el lenguaje de la revelación sino el del ocultamiento, no es el lenguaje que ilumina sino el que oscurece, no es el lenguaje que orienta sino el que desorienta, no es el que impulsa a conocer sino el que impulsa a des-conocer y a convertir la ignorancia en la fórmula del éxito.
Los medios necesitan a-dictos. El decir queda, entonces, en unas pocas bocas…de expendio. Este es el lenguaje de la máscara y del simulacro. Sirve a unos, que son muy pocos (los exime de una represión material inmediata y disciplina igual); y perjudica a otros, que son muchos (a los que se les “coloniza” su subjetividad). Entonces LA VICTIMA llega a pedir por su VERDUGO…

Columna de pensamiento crítico.Leo Varela: Inseguridad

Todos abajo, carajo! Todos abajo!
……………………………………………………………………………….-Pero, señor, si nosotros no estábamos haciendo nada…
-Mierda, callate la boca! Mierda!
Suburbio. Oscuro suburbio oscuro. Llovió. Los adoquines están húmedos.
Las zanjas huelen a podrido. A la noche nadie sale. Nadie se asoma. Se respira poco, lo indispensable. El silencio arde. Pareciera que a Dios le quedan incómodos estos rincones.
-La camioneta es nuestra, se lo juro…Adentro están todos los papeles…
Cachetazo seco. Un perro detrás de un árbol. Le brillan los ojos. ¿Quién mira? Dicen que los animales intuyen el peligro. Se esconde cuanto puede. Conoce la dureza de esos borregos sobre los huesos. Endereza las orejas. ¿Quién mira?
-Así vas a aprender, hijo de puta!
Una luz apenas amarilla -¿un farol?- se enciende en una de las casillas de enfrente. Enfrente no es acá. Una figura. Un disparo hacia lo alto. Hacia el cielo.
-Apaguen esa luz, carajo!
Otro disparo hacia arriba. Y más silencio. Más corazón que late y late. Alguna palabra perdida. Las armas ya se afilan. Alguien prende un cigarrillo. Alguien deja de hacer el amor. No hay viento ahora; ni siquiera una ráfaga. Un ladrido, lejos. Una botella de vino que se cae desde una mesa que está roto.
-Contra la pared, los cuatro! Rápido, mierda! Rápido!
Culata que se estrella contra las costillas. Un quejido. Uno se da vuelta. Las piernas ya no lo sostienen. Una rodilla inmensa explota contra sus testículos. Un “ay” y se derrumba. Casi ya desvanecido, no acierta articular lo que quisiera. Una oleada de patadas lo sacude en el piso frío. Alguien traga saliva (¿hasta cuándo?) detrás de una puerta de chapa. Alguien se siente nada. Un niño, que está sucio, se abraza a una mujer. ¿Por quién pregunta?
-Contra la pared, hijos de puta! Las manos altas, negros turros! Las manos altas!
Un borracho se mea en la otra esquina. Le avisan que se vaya. Huye, casi se arrastra, Se encomienda a Dios. Se odia el borracho por no poder correr. Se odia como nunca. Un gato lo observa desde debajo de un camión viejo y oxidado. Se eriza cuando lo ve demasiado cerca. Prepara las uñas (son precisas y filosas). El borracho tambalea hacia un lado y hacia otro.
-A ese, métanlo contra la pared también…
Se obedece. ¿Quién mira? Se obedece. “Dale, pelotudo, levantate!”. Y lo empujan como a una bolsa de basura. ¿Quién mira? Como a una bolsa repleta de mierda. El cielo está gris como una rata. Un papel de diario vuela cada tanto. Es la parte de los clasificados. ¿Alguien se despierta sobresaltado? Una radio informa sobre el pronóstico del tiempo. Le faltan pilas; se entrecorta. O algún cable suelto.
-Contra la pared, hijos de puta! Contra la pared!
El pánico es cuatro. Cuatro caras desbordadas. Sobre la pared ciega y rojiza una cucaracha. El escalofrío es cuatro. La mudez es cuatro; y el cuatro es infinito. La luna parece una boca deformada.
-Así que les gusta afanar, hijos de puta?
……………………………………………………………………………..
Se levanta; va hasta la puerta del departamento. Por debajo de la puerta, asoma el diario. Lo abre, curioso y acostumbrado. Se acomoda en el sillón del living. Lee sin interés: “CUATRO PELIGROSOS DELINCUENTES FUERON ABATIDOS AYER EN VILLA FIORITO”. Acaso suspira. QUIEN MIRA? QUIEN MIRA? QUIEN MIRA?

sábado, 17 de septiembre de 2011

Marcela Passadore: Alma y tierra


Marcela Passadore nació en Victoria, Entre Ríos, Argentina. En 1987 se radicó en Buenos Aires donde comienza sus estudios de canto. En 1989 realiza su primer grabación discográfica como invitada del grupo El Molino, liderado por Carlos Aguirre e invitada en el primer disco de la cantante Silvia Iriondo. En 1992 lanza su primer LP como solista, "Tibia luna de mayo" (Melopea), producido por Litto Nebbia, donde participan Luis Salinas, Carlos Aguirre, Cesar Franov, Fats Fernandez y Lucho Gonzalez, entre otros. En 1993 integró el grupo Talismán, de Rodolfo Alchourrón. En 1996 formó un duo con el guitarrista y compositor entrerriano Walter Heinze con quien abordó canciones del folklore argentino y del cancionero anónimo español del siglo XV.En 1998 conformo un duo con el compositor rosarino Adrian Abonizio, con quien interpretaba canciones propias y de otros compositores argentinos. Ha grabado y compartido escenarios con musicos como Carlos Aguirre, Luis Salinas, Daniel Maza, Lucho Gonzalez, Liliana Herrero, Nora Sarmoria, Franco Luciani, Silvia Iriondo, Facundo Bergalli, Alejandro Devries, Oscar Giunta, Sergio Santos, Ze Miguel Wisnik, Tatiana Parra, Aca Seca, Carmina Cannavino, entre muchos más. "Danzas del Viento" es su ultima produccion discografica, producido por Fernando Tarres para Imaginary South. Su agrupacion musical actual esta conformada por Diego Penelas en piano, Guillermo Delgado en contrabajo y Rodrigo Quiros en bateria. Actualmente se encuentra en la pre produccion de de su proximo CD "Santa Cecilia".

El arte en camiseta: Edgar Bayley


El mundo, eso que se nos presenta como exterior a nosotros, como arcilla que nuestra interpretación moldea sin afectar, presenta múltiples valencias. Su plasticidad admite ha permitido y permitirá elogiarlo, despreciarlo, intervenirlo, discutirlo, negarlo, quererlo, rechazar y un montón de acciones más que ya sabremos inventar.

Considerada su permisividad, podríamos arriesgar que el mundo es bastante generoso con nosotros los humanos. Claro, después están nuestras miserias, limitaciones y triviales intereses que vuelven conflictivo el reparto y la administración de lo que al mundo le sobre: belleza, vitalidad, “verdor” como le gustaba decir a Alberto Girri.

Cierta vez, un cantante dijo “y todo ha sido hecho para vos y para mí / entonces salgamos y veamos lo que nos pertenece”. Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919-1990), el poeta que nos acompaña esta vez, se propuso una tarea más ambiciosa: poblar el mundo de objetos nuevos, de inventos. Hacia 1946, en el manifiesto invencionista que firmaba junto a Kosice, Bajarlía, Iommi y otros artistas de la plástica y de la poesía, el autor planteaba que la función de la poesía era la de “una invención de nuevas realidades”. Esta voluntad no debe confundirse con una creencia en el escritor como fuente, punto inicial de la poesía. Bayley bien sabía que inventar no era mérito exclusivo del inventor. Tampoco se trataba de cierta pretensión de transitar por caminos no tradicionales a la poesía, como podría ser el caso, por ejemplo, de William Carlos Williams. Este entrañable porteño, autor de libros inolvidables como Todo el viento del mundo, planteaba a la invención como natural relación entre nosotros el mundo. Debemos inventarnos una forma de relacionarnos con él y, para eso, pintar, escribir poemas, producir cosas radicalmente nuevas.

Del propio roce entre los hombres y el mundo nace la poesía: Bayley puso en palabras esa experiencia, lo que permitió a sus lectores toparse, enfrentarse a algo nuevo y voluptuoso: su obra. Y es la sensualidad de ese encuentro lo que hace al surgimiento de algo nuevo cada vez: el poema que escribe nuestra lectura. Es que la poética de Bayley vale por sus múltiples activaciones, por la cantidad de lugares posibles hacia donde puede llevarnos. Esa apertura no es cualquierismo: la palabra poética ha sido cuidada y por eso nos protege, es –elemento muy afín a Bayley- luz. Sabemos lo primordial que ella es para nosotros, alumbra y ensombrece, colorea nuestra experiencia.

Progresivamente, el aspecto vanguardista de Bayley fue cediendo de un invencionismo que rechazaba toda figuración (como el arte concreto de la década del ’40 en la Argentina) hacia una disposición cada vez más orientada a intervenir –inventando, siempre- sobre la tierra, desde la naturaleza a los objetos y prácticas más mundanas. Sin embargo, no dejó siempre de intentar, allí donde hubiere un espacio, integrar algo de la vitalidad creativa que lo habitaba. Probablemente, haya sido inevitable para él, quien acuño el término “forzosidad” para definir uno de los criterios con los cuales la poesía se escribía: se escribe lo que es inevitable escribir así, porque, rigurosamente, no existe la posibilidad de decirlo de otro modo que así.

Bayley era enemigo de los signos de puntuación para la poesía, precisamente porque creía que la invención era también la acción de reunir. Agregar signos a esa reunión era traicionar la manera en que el mundo se presenta a nuestra experiencia: los signos los ponemos nosotros los humanos, para ordenar lo que es múltiple y polivalente. El prefería disponer las cosas frente a nosotros en su vastísima potencia, en un pequeño caos agazapado. Era su forma de homenajear al mundo, esa infinita riqueza abandonada que no se agota nunca y que de todo se alimenta.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El Patio Trasero Columna de la Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria Sábado 10/09/2011

Una amiga color malva
Atentos a que está por todas partes y hasta los médicos la recomiendan en tratamientos de heridas quirúrgicas, hoy presentamos a esta planta herbácea bianual y perenne hasta 1,5 m de altura, que aparece para aliviar el sufrimiento de las personas. Su tallo es muy velloso y leñoso. La raíz es fusiforme. Las flores son de color rosa o púrpura con venas púrpuras más oscuras. El fruto, que tiene forma de disco, se descompone tras la maduración.
La malva se distribuye por casi todo el planeta ya que se adapta fácilmente a distintos tipos de terrenos. Para disponer de las propiedades de la malva se usan las flores y las hojas.
Nombre científico: Malva sylvestris
Familia botánica: malváceas
Contiene mucílagos, aceite esencial y taninos.
La primavera es la mejor estación para recolectar las flores antes que se hayan abierto. Las hojas deben recogerse cuando la planta se encuentre bien florecida en primavera o verano. Guardarlas en un recipiente seco y hermético.
Usos
Emoliente: protectora importante de la piel, granos o furúnculos, llagas, heridas, úlceras, vaginitis, abscesos, picaduras de insectos, dermatitis, eczemas, hemorroides o cualquier tipo de lesión. Antiinflamatorio de la mucosa del estómago, de la vejiga, del intestino, boca, encías, la garganta y las amígdalas, contra sequedad bucal, las úlceras estomacales e intestinales.
Anticatarral, contra la tos, pectoral, inflamación de garganta, en las afecciones de los procesos respiratorios, tos, dolor en el pecho, catarros de la garganta, de los bronquios y en las anginas.
Digestivo, combate el estreñimiento y es antidiarreico (reguladora del tránsito intestinal).
Es una planta adecuada para las dolencias de riñones: cistitis, pielitis, nefritis, uretritis.
Estimula el sistema inmunológico

Cómo se usa
Para la piel podemos aplicar cataplasmas con hojas machacadas y aplicadas sobre la parte afectada. Recodar que las partes usadas han de estar limpias, por lo cual se deben lavar con poco agua y secar con paño limpio.
En infusión que se prepara agregando agua a punto de ebullición a un puñadito de flores y hojas, como regulador del tránsito intestinal, para las afecciones bucales, como laringitis, irritaciones de garganta, para aliviar el dolor de garganta, para el dolor de pecho, tos, agregar una cucharada de miel.
Debido a sus propiedades suavizantes se ha utilizado tradicionalmente para aliviar las molestias que sufren los niños cuando les salen los dientes, dándoles la raíz descortezada para que la mastiquen y se froten con ella las encías.
La malva también puede consumirse como alimento, en ensaladas mezclada con otras verduras pues es una planta muy rica en vitaminas A, B, C, y E.
Nuestra amiga Adriana Marcus, amorosa transmisora de esa costumbre de madres y abuelas de cuidar la vida, nos cuenta en uno de sus libros que se hallaron restos de malva en el estómago de una momia egipcia, por lo cual ni corta ni perezosa, ayudada por Eduardo, su compañero de viaje en este tramo de la nada, inventaron los tutankamones, unos deliciosos panqueques con hojas de malva
Contraindicaciones
No se han descrito contraindicaciones ni en los talleres populares ni en la bibliografía estudiada, pero dejar a criterio de madres y abuelas amorosas el uso en niños menores de tres años.