sábado, 22 de octubre de 2011

La mazamorra. " Folcklore del conurbano".


El grupo nace en agosto de 2000 y desde esta fecha viene trabajando un repertorio cuidadosamente seleccionado.

El mismo está integrado por grandes autores, nuevos y tradicionales. Pica Juarez, , Cuchi Leguizamón, H. L. Quintana, Armando Tejada Gómez, etc..

Estos pintan nuestro país en cuerpo y alma, poniendo de relieve las diferentes realidades geográficas y sociales de cada región.

En este mismo sentido, incluyen composiciones propias; como la chacarera AY DE LOS SUEÑOS, o la chaya MUJER DE LA COSTA RIOJANA.

Los temas son tratados vocal e instrumentalmente cuidando mantener su transparencia como expresión folklórica; pero a la vez, hay un sinceramiento en lo que respecta a las influencias rítmicas y armónicas de otros géneros; tratando de que esto sea un aporte positivo.

La Mazamorra ha participado en diversos festivales, así como en peñas de Capital Federal y Gran Buenos Aires, como por ejemplo: Peña La Señalada, La Encrucijada, La Baguala, De La Rivera, peñas en Cosquín realizadas durante el festival, etc… también otros espacios como: Radio Nacional (La Folklórica), Teatro Gregorio de Laferrere de Morón, La Manzana de las Luces, Auditorio Oeste, Santanabar, Biblioteca Juan B Justo, Centro Cultural San Martín, Feria de Mataderos y otros.

Realizaron peñas, contando con una gran afluencia y repercusión en el público.

Representaron a Ituzaingó en el festival folklórico de Cosquín, en el rubro vocal instrumental como finalistas de este certamen.

Realizaron actuaciones para Cultura del municipio de Morón, como así también efectuaron presentaciones dentro del programa “Vamos a la Plaza” de Cultura y Educación de La Matanza.

sábado, 15 de octubre de 2011

Mauro Lo Coco. " El arte en camiseta" : Guillaume Apollinaire: Naturaleza e invención .


Las relaciones entre el arte y la realidad constituyen el núcleo de un sinfín de debates de carácter estético, filosófico y político (que, en última instancia, aparecen en la vida social como lo mismo, pero que dividimos con el afán de conocer). Alrededor de estas tensiones se establecen programas y anti-programas, deberes éticos del artista y juicios sobre la validez de las pretensiones e intervenciones estéticas. Entre las diversas maneras en que los poetas expresan su vínculo con lo real encontramos el surrealismo. Esta palabra remitirá para muchos lectores a los coloridos cuadros de Dalí, o bien a André Bretón y sus manifiestos. Estos y otros ejemplos tienen un origen común: Guillaume Apollinaire (1880-1918), quién utilizó el término “surrealista” por primera vez en 1917.

Bautizado como Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky, este italiano –que adoptaría, poco antes de su muerte la nacionalidad francesa- tuvo que adaptarse a una vida económica y sentimental ciertamente hostil. Fue criado por una madre dominante y orgullosa, que poseía un lejano parentesco con la nobleza polaca. Su padre sólo dejó hipótesis, se cree que pudo haber sido un oficial italiano, pero nadie, ni siquiera su hijo poeta obtuvo datos certeros sobre este punto. La juventud del futuro poeta estará signada por mudanzas frecuentes, provocadas principalmente por las siempre cambiantes relaciones amorosas de su madre y su especial afección por los casinos. Durante este período, Apollinaire escribirá sus primeros textos, firmados con los pseudónimos de Wilhelm de Kostrowitzky o Guillermo el Macabro. El permanente viaje junto a su hermano, a lo largo de diferentes ciudades de Italia y Mónaco culmina en 1899, cuando son expulsados de un hotel monegasco por deudas ya impagables.
La obra de Apollinaire cobrará un especial vigor especialmente por obra de su última gran mudanza: su llegada a París despertará en Apollinaire un especial apego a la novedad. Muestra de ello serán sus primeras obras, entre las que se destaca el volumen de relatos El Heresiarca y compañía. También pertenece a esta época su célebre poema denominado “Onirocrítica” que prefigura varios postulados del manifiesto surrealista de Breton.

El poeta ve en la pujante París de principios del Siglo XX lo que había cautivado ya a Baudelaire, pero ahora exacerbado: la poética de lo nuevo. Despegado de las visiones románticas que anhelan un pasado supuestamente más digno, más entrañable y puro, Guillaume Apollinaire, como otras figuras del círculo intelectual y artístico parisino, celebrará la llegada de nuevos aires en todas las disciplinas artísticas. Ejemplo de esa celebración es su primer poemario, Alcoholes. Publicado en 1913, la obra tiene un impacto disímil en la crítica. El libro es definido por críticos como Georges Duhamel como “una tienda de objetos usados” por la caótica combinación de estéticas. La heterogeneidad se basa en dos aspectos principales. Por una parte, es histórica: en la obra se reúnen todos los poemas de la experiencia parisina de Apollinaire. Son 13 años de experiencias, en los que el poeta atraviesa distintas formas, perspectivas e fórmulas estéticas. Por otro lado, es estrictamente estética: el discurso es fragmentario, interrumpido, posee una forma de articulación extraña, que prefigurará la sintaxis de la poesía del siglo XX. Esto aparece exacerbado por la ausencia de signos de puntuación y la saturación de materiales disímiles, tradicionalmente vistos como antipoéticos que proceden de la vida cotidiana y rompen con la sacralidad temática y formal atribuida a la poesía hasta, al menos, el mencionado Baudelaire y Rimbaud. Para coronarlo, había expresiones atribuidas habitualmente al mal gusto popular. En “Zona” el poema que abre Alcoholes podemos leer versos como:

“Lees los prospectos los catálogos los afiches que cantan en voz alta He aquí la poesía esta mañana”

Apollinaire estaba expresando una nueva poética: más allá de sus parentescos con Baudelaire, Rimbaud o Mallarmé, lo que el escritor formuló como ningún otro antecesor fue la actitud moderna, entendida esta no como una celebración sin más de lo distinto, pero sí por el arrojo de la invención. La historia reclamaba al hombre una nueva manera de relacionarse con lo real, con la vida. Así nacerá el término surrealismo, término que será utilizado en una crítica de Apollinaire sobre el estreno de Parade y cuyo significado aparecerá expresado pocos meses después, en el prefacio de su obra dramática Las tetas de Tiresias:

“Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo... Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna”.

Apollinaire revelaba así una cuestión central sobre nuestra relación con el mundo: no sabemos cómo deberíamos lidiar con él, razón por la cual debemos inventar una relación. Y en ese invento esta la pretendida belleza o armonía: en tanto lanzamos una obra al mundo, también obligamos a los demás a inventar una relación con eso que acabamos de hacer existir. Esta es la dinámica de lo nuevo que celebraban las vanguardias de principios del siglo XX.

La vida de Apollinaire se truncó muy pronto. Alistado en la Primera Guerra como voluntario del Ejército Fráncés, una explosión cercana a la trinchera en que se encontraba le provoca una herida en la cabeza que lo obligará a dos años de convalecencia que terminan cuando se contagia la gripe española. Poco antes de morir, se casa con Jacqueline Kolb, homenajeada en el poema "La linda pelirroja". Y alcanza a ver la publicación de su obra más celebre junto a Alcoholes: Caligramas. En ella, observamos poemas visuales, que, ya liberados de la opresión de la puntuación y la sintaxis, se constituyen en espectáculos visuales, verbales y sonoros a la vez.

Ya era suficiente, este hombre había inventado el surrealismo y la poesía visual. Quizás demasiado para 38 intensos años de vida.

Miguel Giannattasio " Huerta orgánica y soberanía alimentaria". La Pasionaria, calmante natural


Esta hermosa planta, nativa de Sudamérica, (Perú, Uruguay, Brasil, Argentina) cuyo nombre científico es Passiflora caerulea L., es también conocida comp. Flor de la Pasión, flor de Cristo, burucuyá, brucuyá, y biricuyá. Es una liana, es decir una trepadora leñosa que necesita de otra planta o estructura para sostenerse y acceder a otras alturas. A la pasionaria la vemos que trepar en árboles, arbusto y también en alambrados, cercos y creciendo hacia arriba hasta encontrar un soporte adecuado. Se fija mediante zarcillos (filamentos fibrosos que se prenden de los soportes) que crecen debajo de las hojas. Éstas son láminas 3 a 6 palmatipartidas de color verde oscuro en la cara visible o haz y glaucas en la parte del envés, o sea la cara que no expone a la luz solar.

En cuanto a la flor, hermosísima como todas las flores, es la que le da el nombre vulgar de pasionaria, fue nombrada así por los sacerdotes españoles en Sudamérica, por el simbolismo con la Pasión de Jesús. Son flores solitarias, perfumadas, actinomorfas, o sea con más de un plano de simetría, de cerca de 10 cm de diámetro, con cinco sépalos y pétalos similares en apariencia, blancuzcos, sobremontados por una corola de filamentos azules o violáceos, 5 estambres verde amarillentos, 3 estigmas purpúreos. En clima tropical florece todo el año.

Compitió con el ceibo por el estatuto de Flor Nacional Argentina, está en los billetes de 50 pesos de nuestro país y su nombre

Se cultiva como ornamental y se multiplica por gajos y semillas pero la distribuyen en los campos y barios las hormigas, los pájaros y pequeños mamíferos. Su fruto es una baya esférica a elipsoide de color anaranjado con semillas comprimidas en un arilo rojo, jugoso y dulce, comestible, con el cual se preparan dulces y mermeladas

Su uso medicinal, conocido por abuelas y madres originarias (Makás, Vilelas, Tobas) sedante, estimulante cardíaco e hipotensor utilizándose las flores y hojas en infusión

sábado, 8 de octubre de 2011

Miguel Giannattasio. " Huerta orgánica y soberanía alimentaria". El Cayote

Gracias a mi amiga Tita Aguerre, campesina, cocinera y experta en plantas, dulces y licores, conocí esta planta con flor, que se cultiva en todas partes para hacer dulces y comidas.
Su nombre científico, Cucurbita ficifolia y es prima del zapallo (Cucurbita spp) pertenecientes a la familia botánica de las cucurbitáceas.
Nobres comunes: en Argentina: alcayota (en Mendoza y San Juan) o cayote (en Salta), en Bolivia: blanca, lacayote, en Chile: alcayota, en Guatemala: ayote, chilacayote, cidracayote, en México: chilacayote, chilaca, kan, en Perú: calabaza blanca, lacayote, chiclayo y en Náhuatl: tzilicayotli [chili-caiotli]
C. ficifolia es, como la mayoría de las especies de Cucurbita, de hábito rastrero; herbácea, anual en zonas templadas, y perenne en zonas tropicales; el tallo velloso alcanza una extensión de 5 m (no es raro que alcance 15 m), y arroja zarcillos que utiliza para trepar en la vegetación adyacente. En su madurez cobra características semileñosas; es excepcional entre las cucúrbitas por ser perenne en su estado silvestre, aunque los cultivos se efectúen por lo general anualmente.
Hojas pecioladas, con nervaduras palmadas, penta- o heptalobuladas, de gran tamaño, color verde oscuro y dorso pubescente; similares a la higuera en apariencia, de ello deriva su nombre científico (ficifolia, "de hojas de higuera" en latín) e inglés (fig-leaf gourd).
La planta es monoica invariablemente. Las flores son solitarias, pentámeras y axiliares; grandes y depétalos carnosos, con corola de hasta 7,5 cm de diámetro y color amarillo o naranja. Las masculinas tienen un cáliz en forma de campana, y son largas y pediceladas, con tres estámenes. Las femeninas presentan un ovario ovoide multilocular, y una corola mayor que las masculinas. La polinización tiene lugar mediante insectos, especialmente abejas del género Peponapis.
El fruto es globoso y de forma oblonga; de 2 dm de diámetro, y no supera los 5 o 6 kg de peso. La piel, verde o blanquecina, protege una pulpa conformada básicamente por mesocarpio, seca, fibrosa, de color claro y dulce. Puede contener hasta 500 semillas de forma aplanada y color oscuro, parduzcas o negras según las variedades. Una misma planta puede dar hasta 50 frutos en condiciones favorables.
Se ignora con exactitud su origen; distintas líneas de examen apuntan a México o la región andina, pero no se ha podido constatar cualquiera de las hipótesis. La evidencia lingüística favorecería un origen mexicano, ya que el nombre empleado casi universalmente es de origen náhuatl; sin embargo, los restos arqueológicos más antiguos conservados provienen del Perú. Se desconoce la variedad silvestre de la que se haya originado, y las hipótesis apuntan a una especie aún desconocida, posiblemente nativa de la región oriental de la cordillera andina.
Hoy se cultiva desde Chile y Argentina hasta el sur de los Estados Unidos, y en la región mediterránea de Europa, donde fue llevada en el siglo XVII. Los mismos europeos parecen haberla introducido en la India, Japón y las Filipinas, que hoy son importantes productores.
Es la menos intensamente cultivada de las especies comerciales de Cucúrbita, pero quizá la que muestra una distribución geográfica más amplia; en estado silvestre no es difícil encontrarla en las zonas altas (1000 a 3000 msnm) y templadas del continente americano. Esta facilidad se debe en parte a su probada resistencia a varios virus que afectan a otras especies afines, lo que hace más problemática la imposibilidad de obtener híbridos sin medios muy sofisticados.
C. ficifolia requiere suelos húmedos y clima templado; prefiere condiciones de día largo, aunque en regiones cálidas se la cultiva todo el año. No es resistente a las heladas en el primer año de vida.
En algunos sitios se la emplea como patrón para el injerto de plantas de melón (Cucumis melo, otra cucurbitácea).
Las flores y brotes tiernos de C. ficifolia se emplean en México y otros países americanos como verdura, de manera similar a la fiore di zucca (la flor de Cucurbita pepo y Cucurbita maxima) utilizada en la cocina italiana. También se emplea el fruto inmaduro, pelado y hervido especialmente como fideos para diabéticos.
El fruto maduro presenta una importante concentración de azúcares, por lo que se consume como dulce y se lo utiliza para elaborar bebidas. En confitura se emplea para la confección de cabello de ángel, un dulce elaborado acaramelando las hebras de la pulpa con canela o corteza de limón. Las semillas, ricas en lípidos y proteínas, son el ingrediente principal de un típico postre de la región mexicana de Chiapas, las palanquetas.

Compañeras del tomate

Entre las hortalizas que reinan en la huerta en la primavera y el verano, hasta los primeros fríos del otoño, entre lechugas, acelgas y cebollas, está el rojo o amarillo tomate. Para que su sabor no decaiga y su salud se mantenga excelente, hemos de elegirle buena compañía para que transite el estío de la mejor manera posible
Entre las aromáticas hierbas que pueden cultivarse entre plantas de tomate están las mentas (Mentha spp) en sus diversas variedades (rotundifolia, spicata, arvensis, asiática, anisada, etc) La ruda (Ruta graveolens, Ruta chalepensis) y la clásica albahaca (Ocimum basilicum)

sábado, 1 de octubre de 2011

Mauro Lo Coco. " El arte en camiseta". Italo Svevo


Una amistad impensada y provechosa


Sin azar no habría ni literatura. El tiempo, la indeterminación, lo arbitrario, lo caprichoso, por citar algunas manifestaciones, justifican el trabajo de la expresión, que se resiste o abraza su condición precaria y provisoria, su imposibilidad de clausurar el sentido de lo real. Podríamos preguntarnos qué sería de la literatura moderna si Max Brod hubiese accedido al pedido de su amigo Kafka y quemaba esos papeles llenos de escritos que el canon occidental ha convertido en memorables. Del mismo modo, podríamos conjeturar qué hubiese sido de la vida de Ítalo Svevo si no se hubiese cruzado con un muchacho irlandés.


En efecto, Italo Svevo (1861-1928) había vuelto a ser Ettore Schmitz, un triestino judío de padre comerciante que, luego de haber intentado estudiar las artes del comercio y haber probado suerte con dos novelas que la crítica despreció, retomó la buena senda y se abocó a trabajar en la Unión Banquera de Viena, como quería su padre. El azar hizo que en 1904 llegara a Trieste un joven intelectual que buscaba trabajo. Apenas tenía para mantenerse y consiguió un empleo bastante precario en la Berlitz School. Para complementar su salario, ofreció clases de inglés, que sedujeron a nuestro homenajeado de hoy. Así fue que Ettore Schmitz, el banquero, tomó clases de inglés con James Joyce.


Las clases de inglés provocaron que ambos sujetos trabaran una amistad, lo que motivó que Schmitz se familiarizara con la obra de Joyce, quien no mucho tiempo después alcanzaría cierta fama y prestigio en Europa. En esas charlas, entre los muchos cigarrillos que compartían, Joyce fue descubriendo los intereses literarios y filosóficos de su alumno. Schmitz, en virtud de su conocimiento del alemán, se había interesado por la obra de un tal Sigmund Freud, e intentaba traducirlo al italiano. De hecho, se había familiarizado con la psicología en sus interminables intentos por dejar de fumar. Eso motivó largas charlas con el paciente instructor de inglés, para quien este doctor y sus teorías renovadoras eran de sumo interés también.


Tímidamente, Joyce fue ganando la confianza de Etore Schmitz, hasta lograr que éste compartiera con él sus dos obras malogradas. Fue un trabajo arduo, Schmitz había leído con entusiasmo algunos escritos sin publicar de Joyce, y la admiración por él lo inhibía. La amistad se fortaleció incluso a pesar de que Joyce se mudara a Roma, luego a Zurich y más tarde a París. La correspondencia entre ambos no hizo más que consolidar una relación horizontal, de pares, a pesar de la distancia y la asimetría que supone toda relación entre un docente y su alumno. Así también conversaron epistolarmente de filosofía alemana e inglesa, y se atrevieron a discutir la concepción de Darwin, quien por entonces empezaba influía –quizá de la peor manera que podríamos imaginar– en el pensamiento político occidental.


Entre tanta carta, Joyce se preguntaba por qué un hombre tan versado en cuestiones intelectuales y literarias, tan curioso de la ciencia moderna, no escribía. Schmitz era reticente a dar una respuesta de ello, hasta que finalmente confesó: la crítica italiana lo había disuadido de seguir escribiendo. En vista de las opiniones que motivaron sus obras –especialmente las que se lanzaron contra su segunda novela, Senilidad– Schmitz se había convencido de retomar la serena senda del comercio, abandonar su pseudónimo de Italo Svevo y, sobre todo, la aventura de escribir ficción. Joyce accedió a esas obras vapuleadas: descartó la primera, era una típica obra de

juventud, barroca, pretenciosa y estereotipada. En cambio, encontró algunos aspectos interesantes en Senilidad. El narrador no era omnisciente (como era el canon del Siglo XIX), había ciertas escenas de costumbrismo... Joyce, ya conocido y casi célebre, ponderó muy favorablemente esta obra, a pesar de un montón de vicios de época que no dejó de señalar. Una vez ganada la confianza del autor, volvió a indagarlo: ¿la ceguera de la crítica lo había connvencido de no escribir nunca más?


Schmitz tenía apenas unos apuntes de lo que se convertiría en una novela capital del siglo XX. Desde Zurich y París, Joyce recibió los manuscritos de la nueva obra de Shcmitz / Svevo. Desde su posición de privilegio en los círculos literarios europeos, el autor del Ulises –a quien Schmitz se permitía visitar, cuando sus actividades comerciales se lo permitían – fogoneó y se encargó de difundir la obra del recobrado Svevo. Así, en 1923 se publicaba La conciencia de Zeno, acaso una de las mejores novelas de la literatura italiana.


En ese novela, el recuperado Svevo despunta el arte de narrar en una historia compleja en la que se articulan su conocimiento del psicoanálisis, su adicción al cigarrillo, las costumbres triestinas y el advenimiento de la guerra. Se trata de una narración no lineal, el eje es temático y no cronológico: el lector reconstruye y ubica los acontecimientos que constituyen la vida de Zeno Cosini a partir de un índice temático caprichoso, provocado por una situación narrativa insólita. El libro comienza con una nota del médico psicólogo de Zeno, quien advierte que las páginas que siguen se habla de él de manera inadecuada y se le atribuyen dichos y acciones que no necesariamente se condicen con la realidad, si no que deben ser entendidas como la particular mirada de su paciente.


Luego de ello, aparece Zeno. Él tiene algo que aclarar también: escribe por exclusivo pedido de su terapeuta, a quien ha acudido para abandonar el dañino vicio del cigarrillo. Luego de esa aclaración, comienza un viaje temático en el que se asiste a escenas que inspirarán al mejor cine italiano. El índice ya es de por sí elocuente:


“1. El cigarrillo, 2. La muerte de mi padre; 3. La historia de mi matrimonio; 4. La esposa y la amante; 5. Historia de una asociación comercial; 6. Psicoanálisis”


La novela fue bien recibida en Europa, aunque no tuvo mayor trascendencia en Italia, salvo por el entusiasmo de Eugenio Montale. Hacia la década del ’60 sería redescubierta y re-editada, junto con la correspondencia entre Svevo y Joyce. Más allá de la recepción que tuvo inicial y posteriormente La conciencia de Zeno, lo trascendente es que Ettore Schmitz vivió los últimos 6 años de su vida como Italo Svevo, gracias a joven entusiasta que decidió enseñar inglés para sobrevivir en Trieste.


Svevo murió en 1928. Convaleció unos días en el hospital después de haber sido arrollado por un automóvil en su ciudad natal. Dicen que pedía desesperadamente un
cigarrillo

sábado, 24 de septiembre de 2011

Mauro Lo Coco." El Arte en Camista" . Fernando Pesoa


“A cuál de mis yoes estoy aludiendo” se preguntaba Alberto Girri en Variaciones Retóricas. Así revelaba la complejidad y multiplicidad de subjetividades que nos habitan, no sin tensiones, amores y conflictos. Y es que con facilidad naturalizamos que somos esto que lleva este nombre, como si nuestra ambivalencia se conjurara en un documento, en un apellido, en un rol familiar.


La pluralidad de miradas de las que somos capaces, nuestros reveses y pliegues hacen a la laberíntica relación con nosotros mismos. Podemos negar esta multiplicidad o asumirla. Esta última alternativa es la que prefirió el poeta que nos visita esta vez, Fernando Pessoa (Lisboa, 13 de junio de 1888 — Lisboa, 30 de noviembre de 1935).


Poco se puede agregar a las variadas humoradas que el apellido del poeta portugués más importante de la historia de la literatura ha motivado. Pessoa significa, en castellano, nada menos que persona. Curioso es entonces que fuera habitado por más de un poeta, y no nos referimos a influencias, intertextos o referencias de una cultura ilustrada. Pessoa fue literalmente muchos poetas, a los que denominó heterónimos. No se trató de la mera operación de utilizar diferentes pseudónimos con los cuales firmar sus obras. El poeta portugués se encargó de darle vida, obra y, en muchos casos, actividad. Así, de los más de setenta (leyó bien ¡70!) escritores inventados se destacaron nada menos que grandes poetas como Antonio Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos y ensayistas como Bernardo Soares. Algunos de ellos, fueron creados (¿descubiertos?) incluso con fecha de fallecimiento. Y entre ellos hubo lugar también para un ortónimo llamado curiosamente Pessoa.


Los heterónimos tenían vida: Alberto Caeiro era, el maestro de todos los demás. Se trata de un un poeta que podríamos denominar taoísta: practicaba la no filosofía y abogaba por el no-pensamiento como forma de iluminación. Ricardo Reis, por otro lado, fue un poeta que llevó el vitalismo de Caeiro amante de lo epicúreo, del placer y la belleza. En desacuerdo con el gobierno portugués, Pessoa refiere que este poeta fue a radicarse a Brasil. Su fecha de fallecimiento quedó como incógnita, cuestión que motivó que José Saramago (otro gran escritor portugués) retomara la cuestión en el libro El año de la muerte de Ricardo Reis.

En el otro extremo se encontró Alvaro de Campos, quien renegó de la influencia de Caeiro y se volvió un amoral que abrazó el futurismo de Marinetti y sus máquinas de destrucción. Tenía una mirada vitalista que solía polemizar con la melancolía de Ricardo Reis.


Llamativo es que las biografías más completas sean, acaso, las de Caeiro y de Campos, de quienes tengamos quizás más datos que sobre el propio Pessoa. En vista de ello, podríamos conjeturar que Pessoa es apenas un poeta en la obra de Pessoa. De hecho, podemos observar y admirar a su maestro Caeiro, a quien procura continuar en sus indagaciones bucólico/filosóficas. De Pessoa persona sabemos poco más que lo que se nos informa sobre el ortónimo: fue un estupendo traductor de idioma inglés, y vivió encerrado en una pensión traduciendo cartas comerciales. Entre este oficio se dio tiempo para crear maravillosos autores que nos han dejado páginas maravillosas de poesía como ésta.

Huerta orgánica y soberanía alimentaria. Miguel Giannatassio: " Melisa"

La planta que quiero presentar es muy conocida en todo el mundo. Su aroma a limón perfuma el mate, tisanas y hasta comidas y helados. De la familia botánica de las llamadas labiadas, lleva por nombre científico Melissa officinalis y su origen es la cuenca del mar Mediterráneo.

Se usa como sedante suave, antiespasmódica, antidepresiva, digestiva, ayuda a eliminar los gases, anticatarral, antibacteriana y antiviral, favorece la sudoración, es febrífuga o sea baja la fiebre, reanima a los que se desmayan, para calmar taquicardia, vómitos de embarazadas, y menstruaciones dolorosas, picadura y repelente de insecto en uso externo y para tratar inflamaciones dolorosas

Modo de uso: infusión, tintura, compresa o crema.


Cuidado de los frutales


Gracias al pedido de Mariela Quintana, oyente del Patio trasero, recordamos que para cuidar y equilibrar a nuestros árboles frutales, lo mejor, sin lugar a dudas, es aplicar abono compuesto en la parte del suelo que rodea el cuello del árbol, donde se proyecta la forma de la copa. Se rompe una ligera capa de tierra donde se hallan las raíces, y se aplica una capa de abono maduro de 5 cm. de espesor. Luego se cubre con una capa de hojas secas, pasto seco, y se riega. Y recordar que la mejor defensa para los seres vivos es una alimentación equilibrada.

Columna de pensamiento crítico. Leo Varela: Buchones

I.
El ex director técnico de Independiente, mi Independiente, Antonio El Turco Mohamed fue echado por la barra brava de la institución, impulsada –por acción u omisión- por Julio Comparada, socio de Luis Barrionuevo y de Julio Humberto Grondona.
En el partido contra los sanjuaninos, una bandera –colocada por la barra que conduce el ex presidiario Bebote Alvarez, integrante también de Hinchadas Argentinas que trabaja en el plano nacional para el gobierno y en el plano provincial para Francisco De Narváez- denunciaba: “TURCO BUCHON Y CAGON”…Antonio Mohamed, sin embargo, actuó al menos esta vez con coraje y como un hombre de bien. Y se fue, solo, con su conciencia en paz.

II.
Michel Foucault señala en Las palabras y las cosas que una de las funciones principales del lenguaje es clasificar. Toda clasificación es
una manera de organizar y de ordenar el mundo.
Hay lenguajes que parecen más estrictos, con más rigor, que otros.
El lenguaje de la Ciencia, por ejemplo, quiere garantizar el efecto de objetividad y, por ende, autentifica en la medida de lo posible las marcas de subjetividad. Sin embargo, esto no significa que sea objetivo, genera ese efecto. Es otra cosa, entonces.
Si se emplea la palabra “hidrógeno”, ese término se encuadra dentro de un sistema clasificatorio: “hidrógeno”. “dióxido de carbono”, etc.
Pareciera que esos términos, en esos sistemas, controlan o restringen las connotaciones que toda palabra contiene. Ya Cervantes, en el Quijote, indicaba que “Hijo de puta!” era, según cómo se lo utilizara y en qué ámbito, un insulto o una expresión de admiración. Esta es la cualidad dialéctica del signo, definida magistralmente por V. Voloshinov.

La palabra “mogólico” designa una condición, vinculada con la constitución incompleta del ADN en un sujeto. Sin embargo, esa palabra es empleada muchas veces como insulto o agravio, o sea abre por los menos dos sistemas clasificatorios: uno vinculado con una “capacidad diferente”, como se dice con un eufemismo, y otro, vinculado con el sistema de insultos y ofensas.

Como bien explica el antropólogo, Daniel Miguez, hay una palabra –no son casuales los usos ni la proliferación de significados variados y variables- que cada vez cobra mayor dimensión en esta sociedad nuestra que es capaz de tolerar cosas insólitas y también de rebelarse, muy de vez en cuando, con coraje bajados del cielo. Esa palabra es “buchón”. Si bien existen en otras lenguas sinónimos de “buchón”, como “soplón”, por ejemplo, en ninguna tiene la extensión y la ubicuidad que tiene en nuestra lengua.

Nuestro “buchón” es un término que deriva del gorjeo incontenible e incontrolable de las palomas en estado de excitación. El gorjeo es percibido por todos, no puede guardarse. Se vuelve público lo que es un estado privado.
El “buchón” es un traidor. Su traición difiere, sin embargo, de la “mexicaneada”, que es el robo de parte de lo robado de un ladrón a otro.
El “buchón”, entonces, es un subtipo del traidor.
¿Cuál es la especificidad de la traición que comete el “buchón”?
¿Qué es lo que produce la estigmatización del “buchón”? ¿Por qué se lo condena con tanta fuerza?
La condición básica es que debe existir una transgresión, es decir que haya alguna norma extendida a un grupo mayor que ha sido de alguna manera violada por alguien o por algunos sujetos que conforman un grupo menor. Sin esa violación de la norma, no hay secreto alguno que guardar y si no hay nada que ocultar, no hay “buchón” posible.

Ahora bien, además de que debe existir una norma, una ley que se transgredí, debe existir alguna forma de autoridad ante la cual se efectúe la denuncia de la transgresión.

Las condiciones sociales para la existencia del “buchón” son, por lo menos, cuatro:
1. Debe existir un sistema de reglas (que establezca qué está permitido y qué está prohibido)
2. Debe producirse la transgresión de alguna de las reglas de ese sistema.
3. Debe existir un grupo definido que conoce o participa de la transgresión y que resguarda su secreto.
4. Debe existir una autoridad ante la cual ese secreto puede ser revelado.

El estigma del “buchón” obedece a que su delación amenaza la cohesión del grupo del que inicialmente formaba parte.
El “buchón” no es un “botón” ni un “oreja” ni un “ortiva”. Estos, en todo caso, son traidores a una clase. Siempre han estado han pertenecido a la esfera de la Autoridad.

La existencia del “buchón” implica peligros para los que pertenecen al grupo del secreto bien guardado…hasta ayer…El código de omertá se debilita y todo ahora es posible, porque la autoridad va a procurar que la Ley General prive sobre el código de omertá.

¿Por qué la palabra “buchón” se emplea tanto y en tantas diferentes circunstancias en nuestra amada y contradictoria patria?
Porque LA AUTORIDAD –EL ESTADO Y LOS GOBIERNOS QUE LO ADMINISTRAN- EN TERMINOS GENERALES NO ES CONSIDERADA LEGITIMA Y CREIBLE POR RAZONES BASTANTE OBVIAS. Quien debe velar por el bien común no sólo no vela por el bien común sino que participa de la ruptura de la norma general.
En nuestra patria, el uso extendido de buchón puede llevar a que un alumno de primaria le diga a otro “buchón” porque este último le dijo a la maestra que le sacaron el compás. Puede llevar a que lo estigmaticen como “buchón” a quien denuncia a un comerciante que evade al fisco. Y también a un empleado que le dice a su jefe que Suárez se fue antes…
La paradoja de los “buchones” –que perjudican los intereses del grupo del que formaban parte- radica en que muchas veces lo que perjudica o daña a un grupo particular, puede beneficiar al todo social. Un ejemplo: en un diario se sabe que alguien recibe dinero de una empresa o del gobierno de turno. Eso se vuelve público, se denuncia. Esa denuncia “limpia” la actividad que de esa manera gana en credibilidad…Hay por lo tanto una tensión permanente entre la “lealtad” (omertá) al grupo y el bien común, la regla, la Ley.

Y hay también un uso restringido, ligado a las prácticas en las prisiones que son auténticos centros de torturas institucionalizadas.
En estos sectores, tanto el “gato” (que está condenado a realizar el servicio doméstico y sexual), el “refugiado” (el VIP que no puede soportar la violencia inherente a nuestras cárceles y lo trasladan porque tiene dinero), el “mulo” (también condenado a servir a los presos más fuertes o poderosos adentro) y el “buchón” son considerados como OTROS. ¿Por qué? Porque, a diferencia de los otros presos, no están en conflicto a muerte con las normas establecidas…

Columna de pensamiento crítico. Leo Varela: Los medios, los lenguajes y los consumidos consumidos.

I. Lenguajes y consumidores
El lenguaje, aunque parezca paradójico, es simultáneamente estabilidad y cambio. Toda modificación del lenguaje, toda variación, se lleva a cabo en el marco de que hay un núcleo de ese lenguaje que se conserva. Ahora bien, hay instituciones o espacios orientados a privilegiar la transformación, lo nuevo o, mejor, lo parcialmente nuevo. Y existen otras instituciones y otras áreas en los que se privilegia la conservación, lo viejo, lo dado. En la tensión entre lo “dado” y lo “porvenir” estamos nosotros, que somos como equilibristas sin red.
Hay un problema central en lo que concierne a una de esas instituciones que construyen subjetividad: los medios masivos, en particular los audiovisuales como la televisión. ¿Quiere la mayor parte de los medios audiovisuales quebrar en algo la lógica de funcionamiento de este sistema económico-social que excluye materialmente e incluye simbólicamente? ¿O, por el contrario, necesitan esos medios masivos –que son subsistemas de ese sistema general- de consumidores compulsivos para asegurar sus condiciones de reproducción del sistema? El sistema general necesita “compradores” compulsivos no sólo de cosas u objetos, sino por sobre todo de discursos que contribuyan al control y a la disciplina a modo de auto-flagelamiento, como en Código Da Vinci.
Los consumidores compulsivos se construyen más allá de que muchos de esos consumidores compulsivos construidos no puedan por razones económicas comprar lo que se les ofrece. No importa: no es la compra lo que los define sino el deseo de comprar para ser. Lo que se construye es ese deseo (o, por lo menos, una modalidad del deseo). Con eso alcanza y sobra. Con eso se disciplina…
Aun el que nunca jamás va a poder consumir un determinado producto, funcionará como si lo pudiera consumir alguna vez. Lo convertirán a ese consumidor en un adicto. Y a-dicto significa etimológicamente el que no puede decir (a=prefijo que expresa negación, dictum= verbo decir). Y el adicto no puede decir porque ha perdido su voluntad, su capacidad de decidir; es manipulado por algo que es exterior a él pero que opera sobre él hasta transformarlo en una marioneta, en un espantajo.
Ese consumidor compulsivo, ese a-dicto, ese que no puede decir, se orientará y organizará en función de satisfacer un deseo construido por otros. Integrado a un esquema de percepción y clasificación de la realidad que convalida lo existente, deambulará entre televisores de 113 pulgadas, equipos de sonido, computadoras que funcionan ante el temblor del dedo pulgar, zapatillas para magnates y celulares que dicen el latiguillo de moda de la televisión. Adoptan, controlan y adaptan a ese adicto, cuya capacidad de resistencia es escasa o nula.
Cierto es que todos tenemos que satisfacer algunas necesidades básicas, vitales. Si tenemos hambre, deseamos comer. Si tenemos sed, deseamos beber. ¿Qué es lo que se construye, entonces? Lo que se construye es el deseo de comer una hamburguesa determinada en McDonald’s (y no una manzana, uvas o cerezas) y en tomar una Coca Cola, el fantástico analgésico que produce la autodenominada “Fábrica de la Felicidad”, por ofrecer ejemplos emblemáticos.
¿Cómo se relaciona el lenguaje mediático con la construcción de este consumidor que se consume (junto con su voluntad, recordemos, se le consumió el lenguaje) como si fuera un objeto más? Hoy ya sabemos muchas cosas: la mayor parte de los medios son instrumentos de los sectores hegemónicos; producen un lenguaje funcional a esos intereses, es casi obvio. Ese lenguaje no es el del des-cubrimiento sino el del enmascaramiento, es un lenguaje anquilosado y lleno de clichés que obtura la comprensión. No es el lenguaje de la revelación sino el del ocultamiento, no es el lenguaje que ilumina sino el que oscurece, no es el lenguaje que orienta sino el que desorienta, no es el que impulsa a conocer sino el que impulsa a des-conocer y a convertir la ignorancia en la fórmula del éxito.
Los medios necesitan a-dictos. El decir queda, entonces, en unas pocas bocas…de expendio. Este es el lenguaje de la máscara y del simulacro. Sirve a unos, que son muy pocos (los exime de una represión material inmediata y disciplina igual); y perjudica a otros, que son muchos (a los que se les “coloniza” su subjetividad). Entonces LA VICTIMA llega a pedir por su VERDUGO…

Columna de pensamiento crítico.Leo Varela: Inseguridad

Todos abajo, carajo! Todos abajo!
……………………………………………………………………………….-Pero, señor, si nosotros no estábamos haciendo nada…
-Mierda, callate la boca! Mierda!
Suburbio. Oscuro suburbio oscuro. Llovió. Los adoquines están húmedos.
Las zanjas huelen a podrido. A la noche nadie sale. Nadie se asoma. Se respira poco, lo indispensable. El silencio arde. Pareciera que a Dios le quedan incómodos estos rincones.
-La camioneta es nuestra, se lo juro…Adentro están todos los papeles…
Cachetazo seco. Un perro detrás de un árbol. Le brillan los ojos. ¿Quién mira? Dicen que los animales intuyen el peligro. Se esconde cuanto puede. Conoce la dureza de esos borregos sobre los huesos. Endereza las orejas. ¿Quién mira?
-Así vas a aprender, hijo de puta!
Una luz apenas amarilla -¿un farol?- se enciende en una de las casillas de enfrente. Enfrente no es acá. Una figura. Un disparo hacia lo alto. Hacia el cielo.
-Apaguen esa luz, carajo!
Otro disparo hacia arriba. Y más silencio. Más corazón que late y late. Alguna palabra perdida. Las armas ya se afilan. Alguien prende un cigarrillo. Alguien deja de hacer el amor. No hay viento ahora; ni siquiera una ráfaga. Un ladrido, lejos. Una botella de vino que se cae desde una mesa que está roto.
-Contra la pared, los cuatro! Rápido, mierda! Rápido!
Culata que se estrella contra las costillas. Un quejido. Uno se da vuelta. Las piernas ya no lo sostienen. Una rodilla inmensa explota contra sus testículos. Un “ay” y se derrumba. Casi ya desvanecido, no acierta articular lo que quisiera. Una oleada de patadas lo sacude en el piso frío. Alguien traga saliva (¿hasta cuándo?) detrás de una puerta de chapa. Alguien se siente nada. Un niño, que está sucio, se abraza a una mujer. ¿Por quién pregunta?
-Contra la pared, hijos de puta! Las manos altas, negros turros! Las manos altas!
Un borracho se mea en la otra esquina. Le avisan que se vaya. Huye, casi se arrastra, Se encomienda a Dios. Se odia el borracho por no poder correr. Se odia como nunca. Un gato lo observa desde debajo de un camión viejo y oxidado. Se eriza cuando lo ve demasiado cerca. Prepara las uñas (son precisas y filosas). El borracho tambalea hacia un lado y hacia otro.
-A ese, métanlo contra la pared también…
Se obedece. ¿Quién mira? Se obedece. “Dale, pelotudo, levantate!”. Y lo empujan como a una bolsa de basura. ¿Quién mira? Como a una bolsa repleta de mierda. El cielo está gris como una rata. Un papel de diario vuela cada tanto. Es la parte de los clasificados. ¿Alguien se despierta sobresaltado? Una radio informa sobre el pronóstico del tiempo. Le faltan pilas; se entrecorta. O algún cable suelto.
-Contra la pared, hijos de puta! Contra la pared!
El pánico es cuatro. Cuatro caras desbordadas. Sobre la pared ciega y rojiza una cucaracha. El escalofrío es cuatro. La mudez es cuatro; y el cuatro es infinito. La luna parece una boca deformada.
-Así que les gusta afanar, hijos de puta?
……………………………………………………………………………..
Se levanta; va hasta la puerta del departamento. Por debajo de la puerta, asoma el diario. Lo abre, curioso y acostumbrado. Se acomoda en el sillón del living. Lee sin interés: “CUATRO PELIGROSOS DELINCUENTES FUERON ABATIDOS AYER EN VILLA FIORITO”. Acaso suspira. QUIEN MIRA? QUIEN MIRA? QUIEN MIRA?

sábado, 17 de septiembre de 2011

Marcela Passadore: Alma y tierra


Marcela Passadore nació en Victoria, Entre Ríos, Argentina. En 1987 se radicó en Buenos Aires donde comienza sus estudios de canto. En 1989 realiza su primer grabación discográfica como invitada del grupo El Molino, liderado por Carlos Aguirre e invitada en el primer disco de la cantante Silvia Iriondo. En 1992 lanza su primer LP como solista, "Tibia luna de mayo" (Melopea), producido por Litto Nebbia, donde participan Luis Salinas, Carlos Aguirre, Cesar Franov, Fats Fernandez y Lucho Gonzalez, entre otros. En 1993 integró el grupo Talismán, de Rodolfo Alchourrón. En 1996 formó un duo con el guitarrista y compositor entrerriano Walter Heinze con quien abordó canciones del folklore argentino y del cancionero anónimo español del siglo XV.En 1998 conformo un duo con el compositor rosarino Adrian Abonizio, con quien interpretaba canciones propias y de otros compositores argentinos. Ha grabado y compartido escenarios con musicos como Carlos Aguirre, Luis Salinas, Daniel Maza, Lucho Gonzalez, Liliana Herrero, Nora Sarmoria, Franco Luciani, Silvia Iriondo, Facundo Bergalli, Alejandro Devries, Oscar Giunta, Sergio Santos, Ze Miguel Wisnik, Tatiana Parra, Aca Seca, Carmina Cannavino, entre muchos más. "Danzas del Viento" es su ultima produccion discografica, producido por Fernando Tarres para Imaginary South. Su agrupacion musical actual esta conformada por Diego Penelas en piano, Guillermo Delgado en contrabajo y Rodrigo Quiros en bateria. Actualmente se encuentra en la pre produccion de de su proximo CD "Santa Cecilia".

El arte en camiseta: Edgar Bayley


El mundo, eso que se nos presenta como exterior a nosotros, como arcilla que nuestra interpretación moldea sin afectar, presenta múltiples valencias. Su plasticidad admite ha permitido y permitirá elogiarlo, despreciarlo, intervenirlo, discutirlo, negarlo, quererlo, rechazar y un montón de acciones más que ya sabremos inventar.

Considerada su permisividad, podríamos arriesgar que el mundo es bastante generoso con nosotros los humanos. Claro, después están nuestras miserias, limitaciones y triviales intereses que vuelven conflictivo el reparto y la administración de lo que al mundo le sobre: belleza, vitalidad, “verdor” como le gustaba decir a Alberto Girri.

Cierta vez, un cantante dijo “y todo ha sido hecho para vos y para mí / entonces salgamos y veamos lo que nos pertenece”. Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919-1990), el poeta que nos acompaña esta vez, se propuso una tarea más ambiciosa: poblar el mundo de objetos nuevos, de inventos. Hacia 1946, en el manifiesto invencionista que firmaba junto a Kosice, Bajarlía, Iommi y otros artistas de la plástica y de la poesía, el autor planteaba que la función de la poesía era la de “una invención de nuevas realidades”. Esta voluntad no debe confundirse con una creencia en el escritor como fuente, punto inicial de la poesía. Bayley bien sabía que inventar no era mérito exclusivo del inventor. Tampoco se trataba de cierta pretensión de transitar por caminos no tradicionales a la poesía, como podría ser el caso, por ejemplo, de William Carlos Williams. Este entrañable porteño, autor de libros inolvidables como Todo el viento del mundo, planteaba a la invención como natural relación entre nosotros el mundo. Debemos inventarnos una forma de relacionarnos con él y, para eso, pintar, escribir poemas, producir cosas radicalmente nuevas.

Del propio roce entre los hombres y el mundo nace la poesía: Bayley puso en palabras esa experiencia, lo que permitió a sus lectores toparse, enfrentarse a algo nuevo y voluptuoso: su obra. Y es la sensualidad de ese encuentro lo que hace al surgimiento de algo nuevo cada vez: el poema que escribe nuestra lectura. Es que la poética de Bayley vale por sus múltiples activaciones, por la cantidad de lugares posibles hacia donde puede llevarnos. Esa apertura no es cualquierismo: la palabra poética ha sido cuidada y por eso nos protege, es –elemento muy afín a Bayley- luz. Sabemos lo primordial que ella es para nosotros, alumbra y ensombrece, colorea nuestra experiencia.

Progresivamente, el aspecto vanguardista de Bayley fue cediendo de un invencionismo que rechazaba toda figuración (como el arte concreto de la década del ’40 en la Argentina) hacia una disposición cada vez más orientada a intervenir –inventando, siempre- sobre la tierra, desde la naturaleza a los objetos y prácticas más mundanas. Sin embargo, no dejó siempre de intentar, allí donde hubiere un espacio, integrar algo de la vitalidad creativa que lo habitaba. Probablemente, haya sido inevitable para él, quien acuño el término “forzosidad” para definir uno de los criterios con los cuales la poesía se escribía: se escribe lo que es inevitable escribir así, porque, rigurosamente, no existe la posibilidad de decirlo de otro modo que así.

Bayley era enemigo de los signos de puntuación para la poesía, precisamente porque creía que la invención era también la acción de reunir. Agregar signos a esa reunión era traicionar la manera en que el mundo se presenta a nuestra experiencia: los signos los ponemos nosotros los humanos, para ordenar lo que es múltiple y polivalente. El prefería disponer las cosas frente a nosotros en su vastísima potencia, en un pequeño caos agazapado. Era su forma de homenajear al mundo, esa infinita riqueza abandonada que no se agota nunca y que de todo se alimenta.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El Patio Trasero Columna de la Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria Sábado 10/09/2011

Una amiga color malva
Atentos a que está por todas partes y hasta los médicos la recomiendan en tratamientos de heridas quirúrgicas, hoy presentamos a esta planta herbácea bianual y perenne hasta 1,5 m de altura, que aparece para aliviar el sufrimiento de las personas. Su tallo es muy velloso y leñoso. La raíz es fusiforme. Las flores son de color rosa o púrpura con venas púrpuras más oscuras. El fruto, que tiene forma de disco, se descompone tras la maduración.
La malva se distribuye por casi todo el planeta ya que se adapta fácilmente a distintos tipos de terrenos. Para disponer de las propiedades de la malva se usan las flores y las hojas.
Nombre científico: Malva sylvestris
Familia botánica: malváceas
Contiene mucílagos, aceite esencial y taninos.
La primavera es la mejor estación para recolectar las flores antes que se hayan abierto. Las hojas deben recogerse cuando la planta se encuentre bien florecida en primavera o verano. Guardarlas en un recipiente seco y hermético.
Usos
Emoliente: protectora importante de la piel, granos o furúnculos, llagas, heridas, úlceras, vaginitis, abscesos, picaduras de insectos, dermatitis, eczemas, hemorroides o cualquier tipo de lesión. Antiinflamatorio de la mucosa del estómago, de la vejiga, del intestino, boca, encías, la garganta y las amígdalas, contra sequedad bucal, las úlceras estomacales e intestinales.
Anticatarral, contra la tos, pectoral, inflamación de garganta, en las afecciones de los procesos respiratorios, tos, dolor en el pecho, catarros de la garganta, de los bronquios y en las anginas.
Digestivo, combate el estreñimiento y es antidiarreico (reguladora del tránsito intestinal).
Es una planta adecuada para las dolencias de riñones: cistitis, pielitis, nefritis, uretritis.
Estimula el sistema inmunológico

Cómo se usa
Para la piel podemos aplicar cataplasmas con hojas machacadas y aplicadas sobre la parte afectada. Recodar que las partes usadas han de estar limpias, por lo cual se deben lavar con poco agua y secar con paño limpio.
En infusión que se prepara agregando agua a punto de ebullición a un puñadito de flores y hojas, como regulador del tránsito intestinal, para las afecciones bucales, como laringitis, irritaciones de garganta, para aliviar el dolor de garganta, para el dolor de pecho, tos, agregar una cucharada de miel.
Debido a sus propiedades suavizantes se ha utilizado tradicionalmente para aliviar las molestias que sufren los niños cuando les salen los dientes, dándoles la raíz descortezada para que la mastiquen y se froten con ella las encías.
La malva también puede consumirse como alimento, en ensaladas mezclada con otras verduras pues es una planta muy rica en vitaminas A, B, C, y E.
Nuestra amiga Adriana Marcus, amorosa transmisora de esa costumbre de madres y abuelas de cuidar la vida, nos cuenta en uno de sus libros que se hallaron restos de malva en el estómago de una momia egipcia, por lo cual ni corta ni perezosa, ayudada por Eduardo, su compañero de viaje en este tramo de la nada, inventaron los tutankamones, unos deliciosos panqueques con hojas de malva
Contraindicaciones
No se han descrito contraindicaciones ni en los talleres populares ni en la bibliografía estudiada, pero dejar a criterio de madres y abuelas amorosas el uso en niños menores de tres años.

sábado, 27 de agosto de 2011

Columna de la Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria: El palo borracho

A instancias del llamado de una oyente curiosa y atenta hemos traído algunos datos sobre este árbol americano, el n{as difundido en plazas, parques y paseos públicos.
Su nombre científico Ceiba speciosa alude a su origen nativo, pues Ceiba es una denominación originaria dada por los naturales de Brasil austral, este y sudeste de Paraguay y noreste de Argentina y speciosa se refiere a su esplendor de flores y frutos.
Llega a medir hasta 25 metros y tiene usos medicinales: sus agujones del tronco en cocimiento con hojas de romero curan el asma. En Corrientes consideran al cocimiento de un puñado de aguijones como abortivo, bueno para curar el alcoholismo y la diabetes, en buches para el dolor de muelas y un agujón en el agua del mate calma el dolor de riñón y de espalda
Las painas, con semillas de allí su nombre de painero y algodonero, sirven para rellenar almohadas y colchones y salvavidas.
Los pueblos originarios del Pilcomayo fabricaban sus canoas con su liviana madera y una leyenda de amor incondicionales basa en su porte y sus flores.
El tronco de la variedad de flores blancas, la Ceiba chodattii, tiene aún más forma de botella.

Redescubriendo al perejil

Nuestra amorosa oyente y amiga de Facebook, Diosma Rosas, no envió unos datos interesantes del perejil, Petroselinum hortense, que no sólo es un gran compañero culinario de muchas hierbas y platos sino que es un gran aliado a la hora de mejorar nuestra salud.
Esta hierba anual, si la plantamos en este menguante de agosto, no se “irá en vicio” o sea que no florecerá y nos dará muchas hojas aromáticas.
Parte usada: toda la planta
Es antioxidante, rejuvenece la piel, por su gran contenido de clorofila combate el mal aliento, depurativo de la sangre, limpia el organismo de toxinas y grasas. Previene el cáncer, enfermedades cardíacas, previene las cataratas. Por contenido de calcio previene la osteoporosis en la menopausia. Gran diurético está incluido en todas las dietas para perder peso y mejorar los hábitos alimenticios, recomendado para curar la anorexia y la anemia.
Contiene apiol, aceite esencial, apiina, mucílagos, vitaminas.

sábado, 6 de agosto de 2011

Leonardo Varela. Columna de pensamiento crítico: "Carne fresca y muerta"

La modelo R. Guirao estaba realizando una reggaetón en el programa “Bailando por un sueño” de Marcelo Tinelli. De pronto, todo indica que el cansancio del ensayo y de sus otras actividades la abrumaba, se desvaneció. Perdió el conocimiento mientras estaba, tal como estaba programado coreográficamente, por el aire.
SU CAIDA, DESDE UNA ALTURA CONSIDERABLE, ESTEMECE PORQUE EL ESTAR DESMAYADA NO ATINA A RESGUARDARSE MINIMAMENTE. SE DESPLOMA.

Todos los presentes quedaron en principio impresionados. Hubo quienes imaginaron lo peor. El video –que hoy ya no puede verse en Internet porque Ideas del Sur es dueño y ha reservado sus derechos- era (siempre hablando en términos relativos) estremecedor: la modelo pudo haber muerto en cámaras.

El doctor que trabaja para el programa de Marcelo Tinelli, llamado Vicente Labonia, la atendió en los estudios y las cámaras nunca dejaron de filmar el accidente y sus derivados. Más aún, como Marcelo Tinelli, era conciente del rating que se incrementaba vertiginosamente, evitó todo lo que pudo –mientras actuaba su preocupación- ir a la tanda publicitaria. Inclusive, una vez que la modelo recuperó el conocimiento, pero tirada en una camilla y con un cuello ortopédico, se animó –siempre serio, siempre interesado- a preguntarle cómo estaba… El truco coreográfico falló pero el programa acertó. La modelo, en la camilla, le dijo a la familia que se quedaran tranquilos…Y el médico dijo literalmente: “Fue una pérdida de conocimiento, pero aparentemente no tiene ningún signo neurológico” (negativo, se entiende). No hubo ningún estudio neurológico en que fundara su afirmación el médico. El adverbio “aparentemente” marca precisamente que estaba en el orden del “parecer” y no del “ser”. Todos sabemos que, frente a impactos de esta naturaleza, puede producirse coágulos que no son perceptibles a simple vista.
Alguien podrá decir: “De qué está hablando Leonardo Varela hoy? ¿Qué importa lo que le sucedió a una modelo alejada de la mayor parte de los problemas de los demás?”.
Tal vez algo de razón le asista a quien reflexione de esa manera.
Sin embargo, creo que el caso de esta modelo fue un ejemplo inobjetable de cómo en la televisión todo, absolutamente todo, es una MERCANCIA. La vida, también.
La ambulancia demoró llamativamente su llegada. Cada minuto de demora era presumiblemente uno o dos puntos más de rating televisivo y de posibles nuevos auspiciantes o más publicidad de los auspiciantes que ya están.
La televisión, como ha explicado Ramón Reig, lleva al telespectador a una tensión entre la fascinación (lo que se conoce con el nombre de pulsión escópica, el consumo compulsivo de imágenes) y el tedio de que sabe que lo que va a ver es lo que ya conoce…Esto lleva, como también sucede con el consumo de material pornográfico, a que cada vez sea más necesario nuevas “emociones”. ¿Qué mejor emoción que asistir a la posible muerte de una conocida modelo en cámara? ¿Qué mejor emoción televisiva que asistir al dolor del prójimo que no está próximo? ¿Todos pueden caer como R. Guirao? ¿Todos vamos a morir un poco antes o un poco después?
¿Puede la felicidad truncarse en un abrir y cerrar de ojos?
La televisión de Tinelli estuvo a pleno. Ya ha humillado a sus empleados (a Larry De Clay lo escupió en cámara), ha ofendido la inteligencia, ha discriminado y convertido en objetos a las mujeres con el baile del caño, ha usado a niños y niñas “erotizados” para captar a adultos perversos, ha colocado al dinero y la obediencia como valores supremos y ha ofendido diariamente nuestra inteligencia y nuestra condición humana. Ha consumado, en tanto emergente monstruoso de la cultura capitalista, su obra.
Estuvo al borde de rentabilizar la muerta. Por ahora, no tuvo suerte, pero sabe que sólo hay que esperar un poco más.
Los televidentes están tan ansiosos de carne fresca y muerta como la estrella principal y todo poderosa de Canal 13. Chau, chau, chau.

Leo Varela. Columna de pensamiento crítico: " No me lloren más, crezcan"

En varias de las columnas anteriores, señalamos que, más allá de asuntos más o menos coyunturales en relación con el proceso de las elecciones que se están llevando a cabo desde inicios del 2011, es imprescindible impulsar una profunda reflexión sobre qué sujeto es el que está conformando estas sociedades postindustriales (otros dicen posmodernas).

Alguien dirá con razón que es fácil reflexionar sobre el significado de las elecciones después que el cómico (no tan cómico, a decir verdad) Miguel Torres Del Sel obtuviera casi el 36 por ciento de los votos, a apenas 3 por ciento del candidato socialista del Frente Progresista, Antonio Bonfatti, y a casi 13 puntos del A. Rossi, el candidato por el Frente para la Victoria. Sin embargo, en todo caso, la próspera carrera que ha iniciado Miguel Torres Del Sel en el orden de lo público es sólo un ejemplo.
M. E. Bielsa, la candidata a diputado por el Frente para la Victoria, dijo algo en esta radio, el lunes, que me llamó la atención y que me impulsó a escribir esta columna:
“El nuevo sistema electoral que se empleó en Santa Fe merece algunas observaciones. Yo realicé una muy buena elección, me han votado muchos de los que votaron a Rossi, nuestro candidato, pero también algunos de quienes votaron a Bonfatti y también un porcentaje de quienes votaron a Miguel Del Sel. En definitiva, este sistema nuevo sistema electoral pareciera producir contradicciones cuando se vota”.

Me detuve en “pareciera producir contradicciones”. Algo en esas tres palabras me llamaba la atención. Y, poco después, lo alcancé a comprender: el verbo “producir” me resultaba equivocado. ¿Por qué?
En verdad, reflexioné, no es el sistema electoral (que es novedoso y, en cierta dirección, superador del anterior) el que produce las contradicciones por las que alguien, un ciudadano cualquiera, puede votar a Miguel Del Sel (que se presentó por el PRO de Mauricio Macri y con un candidato a vicegobernador, Osvaldo Salomón, abiertamente duhaldista) y a M. E. Bielsa o a Raúl Lamberto del Frente Progresista.
Desde mi punto de vista, el nuevo sistema electoral no produce las contradicciones. Por el contrario: lo que este nuevo sistema permite es expresar, visibilizar esas contradicciones. En otras palabras, el problema no está en el sistema (que es como un espejo que refleja el objeto) sino el objeto ciudadano. El principio de no-contradicción que, según Aristóteles, era básico para orientar nuestras acciones y para que el sujeto sea sujeto unitario, pareciera no funcionar más de manera plena. Es cierto: nuestras acciones no sólo pueden ser evaluadas en el orden de la racionalidad, entre otras cosas porque, como nos enseñó Freud el inconciente existe y porque, como nos enseñó Foucault, el poder está en todas partes (aunque, agrego, en algunas partes está bastante más que en otras). La unidad del sujeto como tal no es algo que deba considerarse hoy un a-priori.
Cuando el sábado pasado dijimos que Fito Páez va a tener serias dificultades para explicar por qué los ciudadanos que le produjeron asco y repugnancia en julio porque votaron al PRO, puedan producirle satisfacción y alborozo en octubre, si votan –como dicen algunas empresas encuestadoras, a esta altura, poco confiables- a Cristina Fernández de Kirchner.
Y creo que hay un punto que es central: estamos frente a un sujeto que, como señalaban al inicio del programa, está fragmentado en su conciencia. Esta fragmentación en su conciencia no es buena cuando me beneficia, porque votan como yo quiero, y mala, cuando me perjudica porque votan en contra de lo que yo quiero. Hay que evaluar este problema por fuera de las coyunturas electorales, porque la coyuntura siempre está cargada de intereses inmediatos. Entonces, como quienes han ganado en la Capital Federal y han obtenido una impresionante posición en Santa Fe no son de mi palo, levanto la voz al cielo y clamo desesperado: “Esto es el fin, se ha disuelto el lugar de lo colectivo…”.
Seamos francos: ¿cuál es la diferencia entre Miguel Torres Del Sel y Ramón “Palito” Ortega?, ¿cuál es la diferencia entre Miguel Torres Del Sel y Andrea del Boca; o entre Carlos Alberto Reutemann y Daniel Scioli? ¿Cuál es la diferencia en la praxis entre el Mago sin diente y el ex INADI, Claudio Morgado que le dijo a una subalterna: “Callate, gorda”? Hay que realizar un esfuerzo para encontrarla…
La falta de reflexión sobre las causas de esta pérdida de lo colectivo como referencia cierta (y muchos de los valores que por lo general se derivan: el compromiso, la solidaridad, la realización en y por el otro, etc.) ha llevado a que volvamos a sorprendernos (lo que, per se, es una paradoja: la sorpresa es producto de lo im-previsto) por cosas que no son nada nuevas.
La creencia en un ciudadano con capacidad para discernir sin inconvenientes entre lo bueno y lo malo, entre el compromiso y lo mezquino, entre su propio interés de clase y el interés (que se presenta como universal) de los sectores dominantes, está cada vez más alejada de la realidad. Y está alejada de la realidad no sólo por lo que, desde el marxismo, se define como “falsa conciencia” (que es la emergencia de un sistema económico estructurado en clases con diferente poder económico, una que explota y la otra que es explotada) sino también por la irrupción de nuevos dispositivos tecnológicos que han modificado las llamadas subjetividades “iluministas”, que actuaban racionalmente para alcanzar el saber, el progreso y el bien común. El Iluminismo y sus valores, el Progreso, la Educación y la Igualdad, han perdido peso a partir de sus propios fracasos: la razón también produjo catástrofes…
Ese propósito iluminista, alcanzar el “bien común”, debe ser hoy objeto de estudio.
¿Alguien puede creer por ejemplo que el hijo del próspero empresario Franco Macri, contratista del Estado, brega por el bien común y la igualdad?
El punto es que no-representar esos valores no es concebido como algo negativo o no deseable, porque la subjetividad de ese ciudadano (que concibió el Iluminismo) ha sido invadida y colonizada.
Frente a una realidad que muchas veces resulta in-aprehensible e incomprensible, que se percibe como la simple suma de fragmentos que nunca conforman un TODO, se vuelve “natural” que una figura mágica (que presuntamente es como uno: nada más absurdo que la consigna “YO SOY USTED”) venga a resolver los problemas –siempre ligados a la elemental supervivencia y no a una cierta trascendencia no religiosa-.
El miedo –el miedo al pasado, el miedo al presente, el miedo al futuro- impulsa a delegar la libertad en ese Otro que se ve o parece más poderoso.
Uno le concede la libertad (que, como señalaba Jean Paul Sastre, siempre genera angustia porque hay que elegir de verdad) y el Otro decide por uno…


Muchos investigadores en Ciencias Biológicas y neurólogos advierten que la acumulación de discursos televisivos, de e-mails, de llamados a celulares o a teléfonos fijos, las señales luminosas y otros flujos informativos están alterando las formas en que los sujetos actúan y reflexionan. El caudal de información, dicen, socava nuestra capacidad de concentración. El flujo ingresante apela a un impulso primitivo de responder a amenazas y oportunidades inmediatas. El ESTIMULO genera una emoción –una descarga de una sustancia llamada dopamina- que los investigadores consideran que puede producir adicción. En ausencia de esa emoción, el sujeto entra en el tedio, se aburre y, como todo adicto, quiere más de la sustancia que lo “rescata” de ese estado…

Nora Volkow, que es directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EE.UU y una de las más relevantes investigadoras especializadas en el funcionamiento del cerebro, dice: “LA TECNOLOGIA NOS ESTA CAMBIANDO EL CEREBRO”. Tanto ella como otros investigadores comparan el atractivo de la estimulación digital más que con la droga y el alcohol con la comida y el sexo. Son esenciales pero su exceso es contraproducente…Y hoy hay un exceso de ESTIMULOS que impiden muchas veces pro-yectar, pro-eyectar. Estamos en presencia de sujetos distraidos, con poca capacidad para concentrarse, con una memoria débil, con una tendencia a lo ego-entrado, como si fueran niños. Y además este sujeto está estresado. Como ha sido estudiado, las hormonas del estrés reducen la memoria a corto plazo… ¿Y si el estrés fuera permanente?

En este marco, hay que volver a reflexionar sobre nuestras prácticas, sobre todas nuestras prácticas, porque no hay prácticas sin sujetos ni sujetos sin prácticas...La lucha de clases continúa, pero a esa confrontación se le suman otros factores que cada vez cobran mayor relevancia…

NO PODEMOS QUEDARNOS LLORANDO POR LO QUE PUDO HABER SIDO PERO NO FUE.

sábado, 16 de julio de 2011

Leonardo Varela: “ESLABONES Y MONSTRUITOS”

Hay veces en que de la necesidad se hace virtud, como dice el proverbio. Hoy, como es sabido, estamos en veda. Y es esa veda, que no todos parecen respetar por completo, la que nos va a permitir abordar algunas de las cosas que, muchas veces sin desearlo, quedan fuera de nuestras columnas o bien quedan relativizadas por cosas que parecen (no sé si lo son) más relevantes o más significativas socialmente...

Hoy van a estar en este estudio de la radio La Voz de las Madres, cuatro adolescentes, ya no son niños aunque a uno le cueste asumirlo...
Ya empezaron a volar. Estos cuatro adolescentes son: Francisco, Lautaro, Nahuel y Patricio. Lautaro es “Lauti” y Nahuel es “Nahu” y son dos de mis hijos. Mis hijos y los de Andrea. Francisco y Nahuel se conocen desde pequeñitos y también Francisco es “Pancho”, el de los ojos tristes y seductores… y Patricio es “Pato”, un tierno excéntrico que toca el bajo y es fanático, pobre, del decendido Club Atlético River Plate. Hasta se dañó un dedo por un tanto que perdió Eric Lamela en un partido clave. Y eso complicó los ensayos de la banda. Son todos adolescentes de clase media, del barrio de Caballito…
Y ellos son hoy La Taza Calva, un colectivo de sueños y de trabajo compartidos de verdad… La Taza Calva es una banda de amigos que hacen música. Primero que nada son amigos. Después son músicos y cómplices. Estudian, se preocupan, se divierten, ensayan mucho (siempre los sábados y si pueden alguna vez más), de vez en cuando pueden enojarse (poco a decir verdad), pero eso queda entre ellos. Todo lo hacen con una enorme dedicación y con un esfuerzo (que, como es fuente de placer estético y de re-unión de almas, no es estrictamente un esfuerzo).
Claro: yo soy el padre de dos de estos monstruitos, por lo que todo lo que digo está cargado de subjetividad y es inevitablemente tendencioso y parcial…Sin embargo, no es mi objetivo decir lindas palabras para alabarlos sin razones…
La Taza Calva es, de alguna manera, es el eslabón de una cadena que quisieron romper. La Taza Calva es una expresión de frescura, una expresión contundente, una emergencia casi mágica (aunque no es precisamente el producto de la magia sino una convergencia de impulsos familiares, escolares y, por sobre todo, de ellos mismos) de lo que resistió la derrota, por lo que la derrota fue menos derrota y hasta puede convertirse, sobre los 90, cuando el juez está por pitar, en un triunfo inolvidable, como los del viejo Independiente “copero”, el de mi amado “Bocha”.
Los que formamos parte tangencialmente de la generación de los desaparecidos (en mi caso, porque yo era apenas un adolescente en los 70) recuperamos muchas cosas cuando, en el orden del arte, en el orden de lo simbólico, crecen estas flores, estos perfumes. Sabemos -todos sabemos- que la dictadura torturó, secuestró, violó, asesinó... La dictadura hizo desaparecer materialidades, hizo desaparecer cuerpos. Hoy no está Rodolfo, que era su cuerpo; tampoco está Paco, que era su cuerpo; tampoco están Daniel y Haroldo, que eran su cuerpo; tampoco está Raymundo, que era su cuerpo…Y no están muchos otros, muchos otros compañeros, camaradas, muchos otros cuerpos que los militares genocidas hicieron desaparecer…Pero esos militares, junto con esos cuerpos fraternales que se llevaron, también quisieron llevarse lo que ellos representaban en el orden simbólico, quisieron llevarse su escritura, sus poemas, el cine-documento…

El gobernador de Buenos Aires, el general Américo Saint Jean, dijo en 1977: “Primero nos llevaremos a los subversivos, después mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes y enseguida a aquellos que permanecen indiferentes…y finalmente mataremos a los TIMIDOS”.

En esas palabras quedaba revelado que la dictadura estaba en plena conciencia de que libraba una guerra de exterminio en dos dimensiones: en el plano económico para terminar con el incipiente modelo de sustitución de importaciones y con la fuerte sindicalización obrera que organizaba nuevos avances; y en el plano simbólico para aniquilar todo tipo de representaciones que pudieran ejercer la resistencia en el plano de las ideas que luego derivan en acciones y en conductas…Quisieron los asesinos, por lo tanto, hacer-nos desaparecer dos veces; hicieron desaparecer los cuerpos de nuestros compañeros, que eran la expresión de una entrega casi absoluta (y, en algún punto, casi una inmolación) y de la transformación de una sociedad de explotación e hipócrita… y quisieron también los asesinos hacerlos desaparecer en el orden de lo simbólico.
Por eso no fue casualidad (bien lo sabe seguramente el Colorado Fernando que es amante y especialista en cine), que proliferaran los films de Ramón Ortega, de Gerardo y Hugo Sofovich, de Enrique Carreras, etc. etc. El Soldado Chamamé, los tiburones, los delfines y las mojarritas…y hasta La fiesta de todos (precisamente en el mundial del 78), que filmó Sergio Renán con seudónimo, si no recuerdo, no fueron obras del azar…Todos esos films nos ahorran palabras, pero no indignación ni el ejercicio persistente y sublime de la memoria….
Ahora bien, no sólo fue importante la censura, sino también los imaginarios que procuraron construir usando al arte en general y al cine y a la música en particular. La televisión fue la licuadora cerebral.
Hoy, por suerte, tenemos a extraordinarios faros como Leonardo Favio, como Fernando “Pino” Solanas, como Adolfo Aristarain, y a otros de una generación posterior como C. Sorin, Alejandro Agresti…y también a nuevos cineastas como Marcelo y Enrique Pineyro, Adrián Caetano, Lucrecia Martel, Pablo Trapero, L. Puenzo y muchos otros…
El cine es hoy una expresión de que no pudieron derrotarnos del todo…
La música también fue atacada impiadosamente en la dictadura. Censura en las letras, palos en los recitales, carros de asalto para el público rockuero siempre peligroso, celdas en las seccionales del gran Buenos Aires y en la Capital y humillaciones de las más diversas, algunas de las cuales continúan en democracia…
Pero no sólo el rock fue censurado, también el folklore de Mercedes Sosa, de Jorge Cafrune, de Alfredo Zitarrosa, de Los Trovadores y, por supuesto, del faro mayor, don Atahualpa Yupanqui, entre tantos otros…”Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”…

Entonces, hoy afortunadamente podemos decir que La Taza Calva (estos cuatro adolescentes-monstruitos que estaban lejos, muy lejos de la dictadura cuando sus madres los parieron), expresa como muchas otras bandas que no se han banalizado, aunque nos quisieron desaparecer dos veces, QUE ESTAMOS ACA, BIEN VIVITOS Y COLEANDO, COMO HUBIERA DICHO HUGO MIDÓN, ALGUIEN QUE TAMBIÉN COLOCÓ UNOS TORNILLOS Y ALGUNOS CABLES PARA QUE LOS MONSTRUITOS SUENEN DE ESTA MANERA….

sábado, 2 de julio de 2011

Fulanas trío: Música de la nuestra!


Cecilia Picaroni: charango, guitarra y voz
Silvina Cañoni: percusión, teclados y voz
Adriana Leguizamon: Acordeón
Victoria Gonzalez: Guitarra

Un poco de historia....

La platense Silvina Cañoni (percusión, teclados y voz) junto a las azuleñas Cecilia Picaroni (charango, guitarra y voz) y Vilma Wagner (percusión, teclados y voz) comenzaron a tocar juntas apenas después de conocerse, allá por mediados del 2001, en la Facultad Nacional de Bellas Artes de La Plata. Rápidamente se lanzaron a ejecutar canciones populares de la música argentina y el folclore latinoamericano, versionando a autores como Alberto Muñoz, Jorge Fandermole, Chico César y Liliana Vitale. Y así conformaron un repertorio que abarca tanto obras compuestas recientemente como otras de origen ancestral.

En 2004 publicaron su disco debut, A desenmarañar, que fue presentado en numerosos escenarios entre los que se destaca una gira que incluyó recitales en Tilcara y San Salvador de Jujuy.

En agosto de 2008 publicaron Azúcar de Caña, su segunda placa, donde las voces y los instrumentos se orientan a redescubrir músicas y a compartir un mensaje que parte de las sinuosidades y mixturas de las culturas criollas, mestizas y africanas.

La marca que resume la propuesta de Fulanas se concentra en la calidad de sus instrumentaciones, la creatividad aplicada a los arreglos de voz y la obsesión por pulir los detalles en sus ejecuciones, tanto en el escenario como en el estudio de grabación.

Mauro Lo Coco.Johannes Vermeer: la mirada que abisma


Muy probablemente, la creación más difundida de Johannes Vermeer (bautizado en Delft 1632-1675) es la denominada Alegoría de la Pintura, también conocida como El arte de la Pintura, o bien con el nombre de El estudio del artista. La pluralidad de títulos nos dice ya algo sobre este pintor de los Países Bajos: el cuadro (que data de 1666 y es la pintura de mayor tamaño de toda la obra de Vermeer) nunca fue vendida ni circuló mientras su autor estuvo vivo. Luego de su muerte, las diferentes designaciones que el trabajo adoptó fueron relevados de diferentes papeles comerciales. La fría letra de los mercaderes terminó por darle nombre a una obra que Vermeer conservó para sí mismo hasta irse de este mundo.


El frío bautismo por parte del mercado resulta una parábola y un anticipo de la enajenación, fenómeno que el capitalismo incipiente estaba instalando en la subjetividad europea. Los artesanos y los artistas empezaban a verse condicionados por la oferta y la demanda para la producción de sus obras, y es así como éstas terminaban por pertenecer, en muchísimos casos, a familias que apenas podían apreciar sus virtudes. De hecho, El arte de la Pintura fue vendida durante casi doscientos años con la firma falsificada de Pieter de Hooch, curiosamente, el principal competidor de Vermeer. Es que de Hooch cotizaba más alto. Básicamente, porque era más prestigioso. En el Siglo XIX, cuando fue establecida la autoría de Vermeer, se pudo reconstruir la tragedia: su mujer había intentado conservar el cuadro y salvarlo del remate al que tuvo que acudir para pagar las deudas que el propio artista dejó a su muerte. Así, lo habría entregado a su propia madre con el fin de preservarlo. Un fallo judicial dictaminó que el pasaje había sido realizado después de la muerte del pintor, con lo cual la pintura fue a parar inevitablemente a manos de mercaderes que, por lo visto, no sabían mucho de este asunto.


Un equívoco más pinta a las claras lo que suele hacer la lógica mercantil con el arte: durante un tiempo se creyó que éste era un homenaje a la monarquía local, como manifestación de apoyo en la guerra con Francia. Sin embargo, también ha sido visto como una forma de crítica hacia la misma corona y como una reivindicación de la fe católica, muy minoritaria en los Países Bajos para ese momento. Lo cierto es que esta obra maestra presenta una epifanía de dos personajes, una mujer que representan respectivamente a una mujer que remite Clio –la musa de la historia y de la poesía heroica– y al pintor, que de espaldas a los ojos del espectador la retrata. Esa espalda es una de las pocas imágenes (la otra es un supuesto autorretrato en La alcahueta) que poseemos del pintor neerlandés, bastante reticente a darse a conocer, por cierto. Esta imagen es robada a su vez por nuestros ojos, que el artista posa detrás de un cortinado pintado con un inenarrable detalle. Curioso es que esta imagen, que se propone como un robo, como vouyerismo, integrara el salón principal de la casa del pintor hasta su triste destino de mercancía.


¿Pero qué nos enseña Vermeer, además de que el arte y el dinero nunca se llevaron bien? El pintor nos trae dos innovaciones fundamentales y desarrolladas con maestría, que si bien no son atribuibles por completo a él (ni a nadie, como toda innovación, pertenece a la cultura y no exclusivamente al genio individual) son trascendentales para la historia de la pintura.


Por una parte, Vermeer se caracteriza por la innovación en los motivos tradicionales de la pintura barroca. Este estilo es el que caracteriza a su época y con el que artista tiene una relación extraña. Su influencia puede verse en la proliferación de elementos y el tratamiento de la luz, aunque estos rasgos aparecen en un escenario poco característico de la pintura barroca:

luego de realizar algunas pinturas históricas, su dedicación se concentrará en el paisaje urbano. Contrario a la idealización del pasiaje bucólico como emblema de pureza, y alejado de los retratos complejos en interiores penumbrosos, Vermeer pinta las vistas de Delft de día y con inigualable complejidad. En esta misma dirección, luego aparecerán motivos todavía más problemáticos: la fe (en alegorías moralizantes) y la ciencia (cuyo progreso celebró en las figuras del astrónomo y el cartógrafo).


La luz es el elemento principal de la obra de la esfinge de Delf –como fuera bautizado por Thoré-Bürger, dados los pocos datos que tenemos sobre su biografía y formación– y esto se basa en cuestiones técnicas centrales: por una parte, el uso de tintes muy costosos preparados con pigmentos orientales (los azules y dorados son colores distintivos) y la cámara oscura como herramienta de uso compositivo. Posiblemente, estos berretines permitan comprender el creciente endeudamiento de Vermeer, quien tomó impagables créditos para pagar los altísimos costos de producción de cada obra. Esto, sumado al puntilloso estilo del artista, quizás explique también su escasa producción conocida: se le atribuyen apenas entre 33 y 35 cuadros. También acaso nos permita intuir por qué, salvo el Elogio de la pintura, sus obras fueron teniendo un tamaño cada vez menor.


Estas cuestiones técnicas se ven reflejadas en los cuadros más reconocidos del autor, que responden a la estética costumbrista. Allí se observa un progresivo despojo, que resulta significativo. Es la segunda innovación que queremos mencionar. Las primeras representaciones nos muestran a mujeres realizando trabajos cotidianos en escenas domésticas plagadas de elementos simbólicos: así, a la fidelidad de la imagen se le suma el plus de mensajes encriptados en el ordenamiento y organización espacial. Este barroquismo va cediendo en las últimas representaciones a imágenes más despojadas, pero que encuentran su complejidad y riqueza en los innumerables matices que la luz produce sobre los sujetos y sus cosas, relegando al fondo a un papel secundario: casi todo es figura. Sin embargo, esta figura es en sí misma un mensaje misterioso: la luz ilumina todos sus pliegues, su complejidad. Así, como la paradoja zen: no hay lugar más oscuro que bajo la luz de una lámpara.


El camino estético de Vermeer nos enseña así que mirar es iluminar, es hacer visible algo para que eso se exprese. De un primer tiempo en el que ubicó los elementos al servicio de su decir, el carácter alegórico fue desplazándose de los elementos simbólicos hacia el mero acto de mostrar, para que lo que vemos nos hable sin intermediarios. Es que las imágenes son lo suficientemente intrigantes y complejas como para controlar el sentido que producen. Por eso, deje de leer este comentario y ponga “Vermeer” en el google-imágenes.Todo lo que estoy diciendo le va a quedar más claro, créame.

Miguel Giannattasio. Columna 2/7. El sol como energía para hacer infusión de flores!

El Patio Trasero sábado 23 de junio de 2011

Columna Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria


Sobre la ventaja de ungüentos y pomadas caseros

Hacer nuestros medicamentos de uso externo con los elementos que nos brinda la Madre Naturaleza es una de las medidas que nos acercan a la autonomía, a no depender del sistema capitalista que no da nada gratis, que nos vende, y que se apropia de nuestros cuerpos , nuestro tiempo, nuestra vida, si lo permitimos.
Una pomada o ungüento en casa con los elementos nobles como la cera de abejas y aceite vegetal, es sencillo y lo aprendimos de las abuelas y madres que cuidan la Vida, así con mayúsculas.

Ingredientes

Para un kilogramo de pomada se necesitan:

Cera de anejas, en especial bien filtrada, bien dorada……. 200 gr.
Aceite vegetal, no mezcla, no de soja ……………………..800 gr.
Partes de plantas con propiedades curativas, frescas………..400 gr.

Poner la cera a disolver a baño María, agregar el aceite y una vez mezclada la emulsión agregar las partes de las plantas a utilizar, por ejemplo si preparamos

Pomada de caléndula, agrega 400 gr. de flores, Nos sirve para picaduras de insectos, golpes, quemaduras, heridas

Ungüento para las vías respiratorias agregar 130 grs. de hojas de eucalipto, 130 grs. De hojas de alcanfor y 130 grs. De hojas de menta. Lo aplicamos en el pecho y nos da calor y nos alivia bronquitis y anginas

Siempre a baño María, sin apagar el fuego dejar macerar las plantas en la emulsión una hora y media. Al fin del período de tiempo, filtrar y una vez frío envasar.

Leonardo Varela 26/6: Maxi y Darío.

I.

¿Cómo se construye, sobre qué recuerdos y sobre qué olvidos, nuestra memoria? ¿Qué evocamos? ¿Qué forma parte de la amnesia? ¿En qué recuerdos y en qué olvidos se funda nuestra sociedad?

Somos lo que recordamos como colectivo y como individuos. Pero, sobre todo, somos lo que olvidamos, lo que nos enseñan a olvidar, lo que nos impulsan a olvidar, lo que quieren que olvidemos.

Nunca podremos olvidarnos del todo de nosotros: “No olvides que alguna vez tú fuiste sol”, dice un poema urbano, de esos que ingresan en nuestras almas como un viento fresco.

Es cierto: no se puede recordar todo, no se pueden incorporar todas las experiencias, no se puede evitar la selección (y toda selección implica exclusiones). Y ya lo explicó Jorge Luis Borges en “Funes, el memorioso”: recordar todo es intolerable, una suerte de excursión al infierno. Pero olvidar todo (o casi todo, o demasiado) es patológico. Y suicida.



II.

Hoy 26 de junio se cumplen 9 años del asesinato de MAXIMILIANO KOSTEKI y DARIO SANTILLAN, dos jóvenes pertenecientes al Movimiento de Trabajadores Desocupados ANIBAL VERON. Hubo 33 heridos de bala. Demasiados para que sea una simple casualidad.

Alfredo Atanasoff, ex Jefe de Gabinete del entonces Presidente de la Nación, Eduardo Duhalde y Secretario de la Confederación de Obreros y Empleados Municipales, reiteraba –ya avanzada la noche- que las muertes eran el resultado de una dura confrontación entre organizaciones “piqueteros”.



Alfredo Atanasoff fue también funcionario del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli quien, como se recordará, entró al mundo de la polis de la mano de Carlos Saúl Menem.

Eduardo Duhalde, el “inventor” del por entonces ignoto Néstor Kirchner, allá por el 2002, como figura presidencial, era la máxima autoridad de la Nación. Y Felipe Solá –funcionario de Eduardo Duhalde, de Carlos Saúl Menem, vicegobernador del “duro” Carlos Ruckauf, luego diputado por el kirchnerismo, ahora en el peronismo federal- era el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Y el ex agente de inteligencia (SIDE) Juan José Alvarez era el Ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, hoy diputado cercano al kirchnerismo. Parece mentira: un ex agente de inteligencia responsable los derechos humanos. Tampoco faltaba en ese aquelarre un dirigente radical como apoyo: Jorge Reinaldo Vanossi –“prestigioso” constitucionalista radical cuya actuación en la Cámara de Diputados a favor de la sanción de la Ley de Obediencia Debida y Punto final le valió el reconocimiento de muchos de sus correligionarios, aunque se violara la Carta Magna- era el Ministro de Justicia de la Nación. Y el locuaz A. Fernández, un soldado formidable de Eduardo Duhalde. Carlos Soria era el Jefe de la SIDE, hoy es el candidato del Frente por la Victoria en RIO NEGRO.

Es verdad lo que dijo alguna vez Néstor Kirchner: el diario de la señora Ernestina Herrera de Noble ofendió nuestra inteligencia cuando tituló: “La crisis causó dos nuevas muertes”. Y otros también la ofendieron y ofenden…



El comisario inspector Alfredo Fanchotti y el cabo y ex chofer Alejandro Acosta fueron los que dispararon. Los otros, todos los otros: los que les ordenaron a esos adictos a la violencia que llevaran a cabo su metódica labor de aniquilación, están libres. Peor aún: son funcionarios públicos, diputados nacionales o provinciales y uno aspira a volver a la Presidencia de la Nación juntando los residuos del peronismo para solucionar los problemas que “aquejan a mi querida patria”. Condenados al éxito o condenados al fracaso…sólo habrá que esperar que la desmemoria no nos invada de nuevo…

En el juicio -en el que se condenó a Alfredo Fanchotti y Alejandro Acosta a prisión perpetua- el ex chofer confesó: “A esos negros de mierda hay que matarlos a todos”, me dijo el comisario inspector”.

¿Qué nos revela ese enunciado, tan primitivo como exacto? Nos revela que eran (y son) dos concepciones de mundo las que se enfrentaban. La de un joven pobre (que era muchos pobres), firme, fuerte e inteligente, capaz de armar cooperativas, decidido a acabar con el miedo y la resignación. DARIO SANTILLAN eran lo nuevo…Y Alfredo Franchotti (y su secuaz Alejandro Acosta), lo más deleznable de un mundo perimido, obsceno, injusto, hipócrita y desigual.


III.

Desesperados, huyen -como pueden- hacia la estación Avellaneda, por la vasta Avenida Mitre, mujeres ajadas, niños con ojos de luna, jóvenes en ebullición, adultos y ancianos muy flacos. Las mal llamadas “fuerzas de seguridad” han desatado una represión salvaje. Los atacan a ellos, nos atacan a nosotros: como un felino que observa un tierno venado, se relamen. Hay quejidos, insultos, voces que se pierden; algunos lloran por la impotencia; otros lloran de tristeza. No saben cómo protegerse. Algunos compañeros los animan a no abandonarse, a no resignarse, a mantenerse unidos: “Piii-queee-teros, ca-ra-jo! Piii-queee-teros, ca-ra-jo!!”…Los gases invaden el aire, apenas si se puede respirar…Las mal llamadas “fuerzas de seguridad” se abren en abanico, luego se dispersan y actúan de a dos: uno dispara y otro recoge las cápsulas para que no queden pruebas de que tiran con balas de plomo. Parecen desbordados, están desbordados. Están ansiosos por matar...Lo necesitan para justificar su paupérrima existencia.

Un “patota” (armada por los servicios de inteligencia) se sube a un colectivo, baja a quienes viajan en él a la fuerza y lo incendian.

Los portavoces de la televisión –tan rústicos como obsecuentes de la autoridad institucional- se lanzan a decir:

“Piqueteros violentos queman colectivos!”

“Rompen negocios, roban a los vecinos!”

“Impiden el libre tránsito!”



Y lo repiten y lo repiten y lo repiten y repiquetean y repiquetean y lo repiten.

Y lo vuelven a repetir por si no le quedó claro a algún televidente con ánimo rebelde.

Y alguien ya asume esa voz como si fuera la suya: “Estos negros disfrutan destruyendo, no hay nada que hacer”







IV.

Las cámaras se dirigen velozmente a la entrada del Hospital Fiorito. El comisario inspector Alfredo Franchotti prepara su actuación. Rodeado por micrófonos, declara que “gracias al accionar ejemplar de las fuerzas del orden se pudo controlar el accionar de los elementos violentos y despejar el Puente Pueyrredón”.



Un upercut impecable (que parece condensar toda la potencia de los marginados) lanzado por un joven indignado estalla contra el ojo del comisario-inspector Franchotti.

“Asesino, hijo de puta!” –lo insulta y se le salen las lágrimas de los ojos.



El televidente promedio no comprende demasiado.







V.

Las fieras le disparan ahora a MAXIMILIANO KOSTEKI, artista plástico, artista diario, artista de verdad. Le disparan de cerca, de muy cerca. Sus compañeros no lo alcanzan a creer. Piden ayuda. Las “fuerzas del orden” están ordenando. Tienen “permiso” –el que tanto deseaban para actuar con impunidad-. Actuar es matar el 26 de junio del 2002. Han salido a cazar. Avanzan, dañan, ocultan, intimidan, engañan.

Maximiliano yace inmóvil. Agoniza ante la mirada del poder que lo celebra. Uno menos, se dicen. DARIO llega a la estación, fuga del horror de la represión con su mujer amada –esa mujer a la que él le enseñaba como un maestro- y con sus compañeros que lo adoran por su capacidad de organización. Le dice a su mujer que no se quede, que se vaya con la columna del Movimiento de Trabajadores de Desocupados de Lanús, que se vuelva…que él después la va a encontrar allá…DARIO SANTILLAN se queda en el lugar; sabe que está en peligro. El no tiene más armas que su amor revolucionario. Está desnudo, absolutamente desnudo, frente al Poder. El uniforme del comisario-inspector y del cabo lo expresan sin vueltas. DARIO SANTILLAN los mira firme. Les dice sin palabras: “Acá estoy yo con mi compañero...”.





El comisario Franchotti y el cabo Acosta se excitan con la posibilidad de asesinar, de aniquilarlo (y con él, liquidar un mundo). Joven, pobre, inquieta, no domesticable, la figura de DARIO se eleva, vuela por los cielos, estalla en flores y en pájaros sin jaulas…Los supera por completo...Los torna más insignificantes que nunca.

DARIO se vuelve hacia ellos, los interpela en su condición de sub-humanos y les ofrece la espalda mientras asiste a su amigo MAXIMILIANO…



Los cazadores enfurecidos por la decisión de privilegiar a MAXIMILIANO por sobre el peligro de muerte le tiran. Le tiran cobardemente. Con los brazos abiertos en cruz, DARIO SANTILLAN se estremece por los disparos, se dobla como en cámara lenta e ingresa para siempre en nuestras almas asombradas.

Esa es la imagen de una sociedad filicida: la repugnante mano de obra del poder mata a las mejores flores de nuestros jardines…Un joven pobre, digno, generoso, solidario, valiente, comprometido, irremplazable. Un joven sabio.











VI.

MAXI y DARIO, Cristos suburbanos, malva, adoquines y casillas, ejemplos luminosos, nos están mirando a cada uno de nosotros, ahora. Su mirada es una luz en el túnel de la infamia…



Nosotros, lo juramos, no diremos nunca: “Padre, perdona a sus asesinos, no saben lo que hacen”.

MAXI y DARIO, presentes. Ahora… y siempre. Ahora… y siempre. Ahora… y siempre.

Miguel Giannattasio: Huerta orgánica y soberanía almenticia. Unguentos y pomadas caseras!

El Patio Trasero sábado 23 de junio de 2011

Columna Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria


Sobre la ventaja de ungüentos y pomadas caseros

Hacer nuestros medicamentos de uso externo con los elementos que nos brinda la Madre Naturaleza es una de las medidas que nos acercan a la autonomía, a no depender del sistema capitalista que no da nada gratis, que nos vende, y que se apropia de nuestros cuerpos , nuestro tiempo, nuestra vida, si lo permitimos.
Una pomada o ungüento en casa con los elementos nobles como la cera de abejas y aceite vegetal, es sencillo y lo aprendimos de las abuelas y madres que cuidan la Vida, así con mayúsculas.

Ingredientes

Para un kilogramo de pomada se necesitan:

Cera de anejas, en especial bien filtrada, bien dorada……. 200 gr.
Aceite vegetal, no mezcla, no de soja ……………………..800 gr.
Partes de plantas con propiedades curativas, frescas………..400 gr.

Poner la cera a disolver a baño María, agregar el aceite y una vez mezclada la emulsión agregar las partes de las plantas a utilizar, por ejemplo si preparamos

Pomada de caléndula, agrega 400 gr. de flores, Nos sirve para picaduras de insectos, golpes, quemaduras, heridas

Ungüento para las vías respiratorias agregar 130 grs. de hojas de eucalipto, 130 grs. De hojas de alcanfor y 130 grs. De hojas de menta. Lo aplicamos en el pecho y nos da calor y nos alivia bronquitis y anginas

Siempre a baño María, sin apagar el fuego dejar macerar las plantas en la emulsión una hora y media. Al fin del período de tiempo, filtrar y una vez frío envasar.