sábado, 26 de marzo de 2011

Leonardo Varela: COLUMNA DEL 19 DE MARZO DE 2011

Queridos oyentes: Queremos compartir con ustedes la exquisita columna que redactó Leo para el sábado pasado. Un abrazo grande!



ALTERNATIVIDAD, LENGUAJES Y MEDIOS

I.
Los titularesde dos medios diferentes, uno antio-oficialista, el de la Noble Ernestina, y otro pro-oficialista, el dirigido por Roberto Caballero. El titular del primero es “INVESTIGAN A MOYANO POR LAVADO DE DINERO”. El titular del medio gráfico dirigido por Caballero es: CASO NOBLE: ORDENAN NUEVO ADN PARA FELIPE Y MARCELA. La Cámara Federal confirmó la extracción de sangre o saliva a los herederos…”- Qué dice el diario dirigido por Roberto Caballero del pedido de la Justicia Suiza en relación con Hugo Moyano? Dice” HUGO MOYANO DENUNCIO ACOSO JUDICIAL Y LLAMÓ A UN PARO DE CAMIONEROS”. Qué dice el diario de la Noble Ernestina de la confirmación de la Cámara con respecto a Felipe y Marcela? En la página 20 del diario, dice: NOBEL HERRERA. APELARAN UNA DECISIÓN JUDICIAL.
No somos ingenuos. Sabemos que la dimensión ideológica siempre está presente en cualquier discurso, se sea o no conciente de ello. Pero una cosa diferente es distorsionar por completo el núcleo de la información. Y en eso pareciera haber una coincidencia entre ambos medios gráficos.

II.

Nuestra identidad son los otros, nuestra identidad (como sujetos “individuales” y como sujetos “sociales”) es el producto de una relación entre lo uno y lo Otro o los otros. En otras palabras, la identidad no es una sustancia, sino una relación, una función. Nadie es “padre” si no tiene “hijos”. Por ende, la alternatividad es tal frente a algo que no lo es. No existe la alternatividad en términos absolutos. Algo es “alternativo” contra otra cosa que no lo es. Hoy existe una mirada oficial, hegemónica, del mundo que contribuye a convalidar el estado de desigualdad económica y simbólica y en naturalizar la injusticia. Esa mirada está reforzada por los medios del sistema.
En lo que concierne a los medios, hay una serie de condiciones necesarias pero no suficientes para que puedan ser considerados alternativos. La “alternatividad” de un medio no sólo se vincula con un “producto” (una programación, un programa, una columna dentro de un programa o en un medio gráfico o una intervención “desviada” de la normalidad-doxa, etc.) sino, por sobre todo, con las prácticas sociales en las que se inserta. Enumero algunas de las condiciones:
a) Propiedad del medio (¿a quién pertenece el medio?, ¿de quién es?; lo oposición entre lo colectivo frente a lo privado es fundacional);
b) La organización interna del medio (las relaciones entre los integrantes del medio; ¿las relaciones simétricas o asimétricas de poder?, ¿cómo se establecen las funciones y el sistema jerárquico, si lo hubiera, al interior de la institución? ¿El que “más sabe” es el que debe tener más “poder”, el que más “sabe” es el que más “hace”?, ¿cómo se distribuye el poder –por ejemplo, en lo que refiere a los géneros- internamente?, etc.);
c) Los objetivos, las finalidades y los propósitos del medio (se entiende que, en el marco de una cosmovisión “alternativa”, se desea transformar la realidad, a socializar la riqueza y la cultura);
d) Las “producciones” del medio deben corresponderse con los objetivos, las finalidades y los propósitos (lo ideológico debe entenderse como un conjunto de prácticas concretas que incluye las prácticas discursivas;
e) La relación del medio “alternativo” con el sistema general (la sociedad), con los otros subsistemas (familia, escuela, sindicatos, los partidos, etc.) y con el mercado que muchas veces se “come” la “buena voluntad” que ha inspirado a los sujetos o los “integra” a partir de ofrecimientos, prebendas o reconocimientos simbólicos de lo más variados;
f) El espacio que se les asigna a las contra-culturas y a las sub-culturas -conceptos que también deben definirse en el marco de la dinámica social concreta; no son absolutos, son relativos, relacionales.

En la medida que la sociedad es un todo integral, cuyas partes se nos presentan muchas veces disociadas o desintegradas como estrategia deliberada de los sectores hegemónicos, creo que es necesario señalar que el medio alternativo debe inscribirse (o colaborar en la construcción si no existiera) en un PROYECTO COLECTIVO, en un movimiento o corriente de oposición que seguramente incluirá partidos (antes, mientras tanto o después).



Lo fundamental es utilizar los espacios que ya existen (las instituciones son “campos” en los que operan fuerzas concretas) y por sobre todo, construir otros espacios que favorezcan otras prácticas y otros lenguajes “alternativos”.
No debe olvidarse que:
1.Toda lengua es una cosmovisión.
2.El lenguaje no es un mero instrumento que vehiculiza conceptos de
natural o transparente.
3. El sujeto se constituye como tal en el lenguaje y en el marco de las interacciones con los otros y contra los otros.
3.El lenguaje es un espacio de conflicto en el que se representan los
objetos, los sujetos y las relaciones económicas y simbólicas.

1. Toda lengua implica una cosmovisión
¿Qué significa “macrovisión”? Que cada idioma (el nuestro, el inglés, el francés, el alemán, el japonés, el quichua o el aymará) implica una manera de percibir y organizar el mundo.
Tomemos algunos ejemplos.
En el español decimos “Llueve”, “Truena”, “Graniza”, “Relampaguea” para referir fenómenos de la naturaleza. No hay nadie -no hay un sujeto-, que lleve a cabo la acción de “llover”, “tronar”, “granizar” o “relampaguear”. Por eso son oraciones a las que se denomina impersonales.
En cambio en la siguiente oración “La deuda externa es el problema que está por detrás de las retenciones”, existe un sujeto gramatical que es “La deuda externa”.
Sin embargo, en algunas lenguas nativas como el quichua, se dice: “Me llueve”, “Me truena”, “Me graniza”, “Me relampaguea”.
A nosotros nos impacta, nos extraña ese pronombre “me” combinado con cada uno de esos verbos: “Me llueve”, “Me truena”, “Me graniza”, “Me relampaguea”.
El “me” –en esa articulación insólita- nos conmueve, nos inquieta; en el fondo nos interpela dulcemente. “¿Qué es tu lengua? ¿Cuánto sabe tu lengua?”, nos susurra con ternura.
¿Qué es lo que nos revelan estas lenguas -la nuestra y el quichua- al reflejar y re-presentar la realidad de maneras tan particulares?
En nuestro idioma (impuesto sobre la base de un auténtico genocidio) ya está marcado que el hombre y la Naturaleza son cosas diferentes, no conforman una unidad, un Todo integrado.
La Naturaleza es un objeto sobre el que interviene el sujeto para obtener algún rédito. Se domina a la Naturaleza (o, al menos, es lo que se cree).
En el quichua, la Naturaleza contiene al sujeto; no existe disociación alguna. Si llueve, “me” llueve; si truena, “me” truena; si graniza, “me” graniza; “me” relampaguea.
De lo expresado, se desprende que las traducciones de una lengua a otra están en lo profundo destinadas al fracaso. “Traductor” etimológicamente significa “traidor”.


2. El lenguaje no es un mero instrumento que vehiculiza conceptos de manera natural o transparente
El lenguaje nos “sirve”, se dice, para nombrar la realidad. Y esto es cierto, pero incompleto. Lo explicamos rápidamente:
a) La realidad es heterogénea (está estructurada en “capas”: hay un sistema o
estructura económica que determina relaciones sociales y hay subsistemas, como la escuela, la iglesia, el trabajo, etc. que operan en relación con esa estructura de manera diversa).
b) El lenguaje es común a todos, pero eso no quiere decir que el uso concreto y los
significados de ese lenguaje sea iguales.
Un ejemplo: alguien dice “perro” e imagina su gracioso pekinés; otro, en cambio, imagina un doberman o un rottweiler que protege su propiedad.
Otro ejemplo: la palabra “piquetero” tiene un significado determinado para alguien que vive en La Horqueta de San Isidro y otro para alguien que vive en Villa Fiorito.
En un caso podrá asociarse con “caos vehicular”, “interrupción del libre tránsito”,
“inseguridad”, “descontrol” y/o “falta de autoridad”.
En el otro, podrá asociarse con “necesidades básicas insatisfechas”, “solidaridad entre pares”, “visibilidad pública”, “organización para pedirle al Estado”, etc.

Cuando producimos lenguaje, cuando hablamos, cuando escribimos, llevamos a cabo una acción que implica un doble proceso, a saber: a) selección de palabras o, más precisamente de signos de una suerte de gran diccionario; b) combinación de las palabras seleccionadas.
Dos ejemplos:
Podemos designar a Domingo Felipe Cavallo, todos lo conocemos, con los siguientes sustantivos o construcciones:
a) El Doctor Honoris Causa de la Universidad de Génova y de Bologna.
b) El ex diputado por el Partido Justicialista de Córdoba.
c) El Canciller de Carlos Menem.
d) El que frenó la hiperinflación.
e) El ministro de la Alianza.
f) El confiscador del dinero de los ciudadanos.
e) El ex funcionario de la dictadura militar.
f) El ex presidiario.

No he mentido en ninguno de los casos. No he dicho: “El director técnico de la selección nacional de fútbol” o “El stripper del Golden”. Todas esas palabras seleccionadas refieren a un objeto de la realidad: Domingo Felipe Cavallo.
Sin embargo, resulta evidente: al designarlo de una u otra manera, también lo valoramos, lo juzgamos, también de una u otra manera. No hay posibilidad de nombrar “a-ideológicamente”. El lenguaje nunca es neutral.
Lo que existe, como estrategia discursiva, es el efecto de objetividad. Efecto es lo que se produce en el lector.

Podemos nombrar también la llegada de los españoles a nuestro continente como:
a) El descubrimiento de América.
b) La conquista de América.
c) La invasión a América.

Elegir “descubrimiento” en lugar de “invasión” implica un posicionamiento frente a la realidad. “Des-cubre”: ¿cómo se va a descubrir lo que no nunca estuvo cubierto? Utilizar el término “descubrir” conlleva la reivindicación de la mirada europea. Y a la inversa: emplear “invasión” conlleva la reivindicación de “la otra mirada”, la de los sojuzgados y aniquilados por el invasor, quienes –para cristalizar su victoria bélica- también impusieron su lengua a los derrotados.
HOY LA MAYOR PARTE DE LOS MEDIOS ESTAN TRABAJANDO CON EL DICCIONARIO DE LOS SECTORES DOMINANTES.
No se puede llevar a cabo un proceso de transformación con el lenguaje de los que nos encarcelan.


3. El sujeto se constituye como tal en el lenguaje y en el marco de la interacción verbal
Hay quienes aseveran -tal vez temerariamente a juzgar por lo que lo que advirtieron, entre otros, Jean Piaget y Lev Vigovsky-, que “la lengua y el pensamiento son, en un sentido estricto, lo mismo”. Jacques Lacan va más allá y dice directamente que es el lenguaje el que habla por nosotros; somos hablados por el lenguaje.

Otra importante investigadora del lenguaje, Ivonne Bordelois señala en un libro muy recomendable, llamado “La palabra amenazada”, que la palabra nos singulariza como individuos.
Si bien no es nueva esta afirmación, vale la pena reiterarla: nosotros somos en el lenguaje o, mejor aun, somos lenguaje. ¿Por qué? Cada uno de nosotros como sujetos se constituye como tal en la trama misteriosa del lenguaje…Cuando alguien dice YO (y está comprobado que este pronombre existe en todos los idiomas), nombra a la vez a todo lo Otro, nombra a lo que no es YO.
En otros términos: decir YO significa reconocer-se como individuo, por un lado; y también en reconocer que hay algo -nada menos que todo lo demás- que no es uno: eso es el mundo.
Y en ese reconocimiento del Otro está mi condición: mi subjetividad. Yo soy un sujeto que no es los otros sujetos ni los objetos, que son la ALTERIDAD.

4. El lenguaje es un espacio de conflicto en el que se representan los objetos, los sujetos y las relaciones económicas y simbólicas
Lo que acabamos de aseverar con respecto a la Alteridad como indispensable para la
conformación del yo, también tiene implicancias FILOSOFICAS Y POLITICAS.
¿Cómo nombro yo, cómo nombra el otro esta realidad nuestra que es común y a la vez heterogénea, diversa?
¿Cómo nombra cada clase social? ¿Cómo nombra el rico, cómo nombra el pobre? ¿Cómo nombra el que no es ni rico ni pobre? ¿Cómo nombra el que se cree pobre pero no lo es y cómo nombra el que es pobre pero no lo cree, por ejemplo los maestros que están por debajo de la LINEA DE LA POBREZA ?
¿Nombra hoy el pobre o hay otros que nombran en nombre de él pero muchas veces contra él?
¿Cómo nombran los varones el amor? ¿Cómo nombran las mujeres el amor? ¿Cuál es el significado de “vejez” para los jóvenes y cuál es el significado de “vejez” para los “viejos”?
¿Cómo nombran los medios masivos? ¿Qué seleccionan? ¿Cómo combinan lo que han seleccionado? ¿Cómo lo organizan? ¿Qué efectos pueden provocar?
George Bush, por ejemplo, decretó que los fundamentalistas y criminales son los otros e inventó el oximoron “ataques preventivos”, que es como decir “defensa ofensiva” o “dulce muerte” o “dictadura democrática”.

En el mundo y en las sociedades en general, hay una confrontación por la distribución de los bienes materiales, de la riqueza. Esto más o menos se sabe, aunque se lo oculta todo lo posible. Sin ir muy lejos, el 20 por ciento más rico es dueño del 86 por ciento del Producto Bruto Mundial, tiene el 82 por ciento de las exportaciones y recibe el 68 por ciento de las inversiones. El 20 por ciento más pobre, en cambio, tiene el 1 por ciento de todos esos rubros (Gorostiaga, Xavier, 2000, FLACSO).

Lo que no se sabe, al menos no lo suficiente, es que en el mundo y en todas las sociedades también hay un permanente enfrentamiento para decidir cuál es el significado que se quiere imponer controlando o aniquilando a los otros posibles significado. O sea: ¿qué sector social va a decir cómo es el mundo, cómo deben ser las relaciones, qué está bien y qué está mal, cómo somos y, lo que es más importante, cómo debemos ser o, más grave aun, desear ser?
Este problema es el que claramente marca la relevancia de construir medios alternativos.
Nos han “robado” la palabra. Los González Oro, los Marcelo Tinelli, las Susana Giménez y los Mario Pergolini –por nombrar figuras emblemáticas- construyen diariamente el penoso diccionario de paupérrimas representaciones con las que después intervenimos en la sociedad.

LA PALABRA URGENTE
Como explica Ivonne Bordelois en La palabra amenazada, a diferencia de lo que ocurre con los bienes de consumo, el lenguaje nunca se agota, por lo que compite con ventaja con cualquier producto manufacturado cuya producción jamás es infinita”.
La palabra es también un bien solidario, la comparten todos los integrantes de una sociedad (aunque esto no signifique, como dijimos antes, que los significados de quienes la comparten, necesariamente se compartan; más bien, al contrario, al estar la sociedad divida en clases, también habrá división de lenguajes: sociolectos).
Y además la palabra es gratuita, tanto para quien se “adueña” de ella como para quien la “consume”. Es un bien democrático: de todos y de nadie.
Todo esto convierte a la palabra que dice de verdad en un elemento abiertamente subversivo. ¿Por qué?
Porque, a pesar de que es el bien más importante para nosotros (ya que nos constituye como especie y nos diferencia de las otras), la palabra se opone a todos los otros bienes de consumo, que en lugar de ser gratuitos, solidarios e inagotables, son agotables, costosos y no compartidos. Se venden y se compran.
Esta es la razón por la que el lenguaje que dice, el lenguaje auténtico (no el lenguaje de los “porta-voces”) es un peligro cierto para esta sociedad de consumo.
Los sectores de poder (y los medios masivos llevan a cabo una función muy precisa en este sentido) se empeñan en devaluar al lenguaje que se resiste al mercado y a su lógica de rentabilidad.

Se opone al lenguaje que es deseo, que es motor, que es representación surgida de las necesidades sociales, que es impulso vital.
Exigen otra cosa: una lengua opaca, invisible, estereotipada, inaudible, fundada en la reiteración psicótica con base en los oligopolios mediáticos.

“Una cultura consumista se opone por esencia, es decir, necesita, por su propia naturaleza, oponerse a ese sistema gratuito de creación e intercambio de bienes que es el lenguaje, esa maravillosa feria libre en la diariamente se acuñan nuevas expresiones, esa incontenible fiesta inconsciente que es el idioma colectivo (…)
En esa fiesta no son los ejecutivos de las multinacionales ni las grandes figuras mediáticas ni los escritores consagrados (por el sistema), sino los niños y los adolescentes quienes ocupan anónimamente irresistiblemente la vanguardia y lanzan junto con las nuevas blasfemias y las nuevas vulgaridades, todo junto, las metáforas que luego ganan la calle y los medios y envuelven toda nuestra vida de vigor, frescura y novedad”. (Bordelois, 2003).


Urge recuperar los soles que el lenguaje “alternativo” (el que dice de verdad, el de los pobres, el de las mujeres, el de los poetas, el de los niños, el de los excluidos de la “fiesta capitalista”; el lenguaje que nos representa, el que se corresponde con “nuestra” realidad y no el que la distorsiona deliberadamente) nos ofrece, por ejemplo, en los graffiti que se resisten al poder en los muros del gran Buenos Aires.

La ignorancia toma el poder. La merca toma rehenes en el baño.
El consumo te consume.
Ningún ser humano es ilegal.
La vida es muy larga cuando estás solo.
aRRRtos del poder.
Combata la pobreza; mate un pobre.

La defensa del lenguaje es hoy un acto revolucionario. Porque, como escribió Alejandra Pizarnik, “cada palabra dice lo que dice y además más…y otra cosa”.

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