sábado, 16 de julio de 2011

Leonardo Varela: “ESLABONES Y MONSTRUITOS”

Hay veces en que de la necesidad se hace virtud, como dice el proverbio. Hoy, como es sabido, estamos en veda. Y es esa veda, que no todos parecen respetar por completo, la que nos va a permitir abordar algunas de las cosas que, muchas veces sin desearlo, quedan fuera de nuestras columnas o bien quedan relativizadas por cosas que parecen (no sé si lo son) más relevantes o más significativas socialmente...

Hoy van a estar en este estudio de la radio La Voz de las Madres, cuatro adolescentes, ya no son niños aunque a uno le cueste asumirlo...
Ya empezaron a volar. Estos cuatro adolescentes son: Francisco, Lautaro, Nahuel y Patricio. Lautaro es “Lauti” y Nahuel es “Nahu” y son dos de mis hijos. Mis hijos y los de Andrea. Francisco y Nahuel se conocen desde pequeñitos y también Francisco es “Pancho”, el de los ojos tristes y seductores… y Patricio es “Pato”, un tierno excéntrico que toca el bajo y es fanático, pobre, del decendido Club Atlético River Plate. Hasta se dañó un dedo por un tanto que perdió Eric Lamela en un partido clave. Y eso complicó los ensayos de la banda. Son todos adolescentes de clase media, del barrio de Caballito…
Y ellos son hoy La Taza Calva, un colectivo de sueños y de trabajo compartidos de verdad… La Taza Calva es una banda de amigos que hacen música. Primero que nada son amigos. Después son músicos y cómplices. Estudian, se preocupan, se divierten, ensayan mucho (siempre los sábados y si pueden alguna vez más), de vez en cuando pueden enojarse (poco a decir verdad), pero eso queda entre ellos. Todo lo hacen con una enorme dedicación y con un esfuerzo (que, como es fuente de placer estético y de re-unión de almas, no es estrictamente un esfuerzo).
Claro: yo soy el padre de dos de estos monstruitos, por lo que todo lo que digo está cargado de subjetividad y es inevitablemente tendencioso y parcial…Sin embargo, no es mi objetivo decir lindas palabras para alabarlos sin razones…
La Taza Calva es, de alguna manera, es el eslabón de una cadena que quisieron romper. La Taza Calva es una expresión de frescura, una expresión contundente, una emergencia casi mágica (aunque no es precisamente el producto de la magia sino una convergencia de impulsos familiares, escolares y, por sobre todo, de ellos mismos) de lo que resistió la derrota, por lo que la derrota fue menos derrota y hasta puede convertirse, sobre los 90, cuando el juez está por pitar, en un triunfo inolvidable, como los del viejo Independiente “copero”, el de mi amado “Bocha”.
Los que formamos parte tangencialmente de la generación de los desaparecidos (en mi caso, porque yo era apenas un adolescente en los 70) recuperamos muchas cosas cuando, en el orden del arte, en el orden de lo simbólico, crecen estas flores, estos perfumes. Sabemos -todos sabemos- que la dictadura torturó, secuestró, violó, asesinó... La dictadura hizo desaparecer materialidades, hizo desaparecer cuerpos. Hoy no está Rodolfo, que era su cuerpo; tampoco está Paco, que era su cuerpo; tampoco están Daniel y Haroldo, que eran su cuerpo; tampoco está Raymundo, que era su cuerpo…Y no están muchos otros, muchos otros compañeros, camaradas, muchos otros cuerpos que los militares genocidas hicieron desaparecer…Pero esos militares, junto con esos cuerpos fraternales que se llevaron, también quisieron llevarse lo que ellos representaban en el orden simbólico, quisieron llevarse su escritura, sus poemas, el cine-documento…

El gobernador de Buenos Aires, el general Américo Saint Jean, dijo en 1977: “Primero nos llevaremos a los subversivos, después mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes y enseguida a aquellos que permanecen indiferentes…y finalmente mataremos a los TIMIDOS”.

En esas palabras quedaba revelado que la dictadura estaba en plena conciencia de que libraba una guerra de exterminio en dos dimensiones: en el plano económico para terminar con el incipiente modelo de sustitución de importaciones y con la fuerte sindicalización obrera que organizaba nuevos avances; y en el plano simbólico para aniquilar todo tipo de representaciones que pudieran ejercer la resistencia en el plano de las ideas que luego derivan en acciones y en conductas…Quisieron los asesinos, por lo tanto, hacer-nos desaparecer dos veces; hicieron desaparecer los cuerpos de nuestros compañeros, que eran la expresión de una entrega casi absoluta (y, en algún punto, casi una inmolación) y de la transformación de una sociedad de explotación e hipócrita… y quisieron también los asesinos hacerlos desaparecer en el orden de lo simbólico.
Por eso no fue casualidad (bien lo sabe seguramente el Colorado Fernando que es amante y especialista en cine), que proliferaran los films de Ramón Ortega, de Gerardo y Hugo Sofovich, de Enrique Carreras, etc. etc. El Soldado Chamamé, los tiburones, los delfines y las mojarritas…y hasta La fiesta de todos (precisamente en el mundial del 78), que filmó Sergio Renán con seudónimo, si no recuerdo, no fueron obras del azar…Todos esos films nos ahorran palabras, pero no indignación ni el ejercicio persistente y sublime de la memoria….
Ahora bien, no sólo fue importante la censura, sino también los imaginarios que procuraron construir usando al arte en general y al cine y a la música en particular. La televisión fue la licuadora cerebral.
Hoy, por suerte, tenemos a extraordinarios faros como Leonardo Favio, como Fernando “Pino” Solanas, como Adolfo Aristarain, y a otros de una generación posterior como C. Sorin, Alejandro Agresti…y también a nuevos cineastas como Marcelo y Enrique Pineyro, Adrián Caetano, Lucrecia Martel, Pablo Trapero, L. Puenzo y muchos otros…
El cine es hoy una expresión de que no pudieron derrotarnos del todo…
La música también fue atacada impiadosamente en la dictadura. Censura en las letras, palos en los recitales, carros de asalto para el público rockuero siempre peligroso, celdas en las seccionales del gran Buenos Aires y en la Capital y humillaciones de las más diversas, algunas de las cuales continúan en democracia…
Pero no sólo el rock fue censurado, también el folklore de Mercedes Sosa, de Jorge Cafrune, de Alfredo Zitarrosa, de Los Trovadores y, por supuesto, del faro mayor, don Atahualpa Yupanqui, entre tantos otros…”Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”…

Entonces, hoy afortunadamente podemos decir que La Taza Calva (estos cuatro adolescentes-monstruitos que estaban lejos, muy lejos de la dictadura cuando sus madres los parieron), expresa como muchas otras bandas que no se han banalizado, aunque nos quisieron desaparecer dos veces, QUE ESTAMOS ACA, BIEN VIVITOS Y COLEANDO, COMO HUBIERA DICHO HUGO MIDÓN, ALGUIEN QUE TAMBIÉN COLOCÓ UNOS TORNILLOS Y ALGUNOS CABLES PARA QUE LOS MONSTRUITOS SUENEN DE ESTA MANERA….

sábado, 2 de julio de 2011

Fulanas trío: Música de la nuestra!


Cecilia Picaroni: charango, guitarra y voz
Silvina Cañoni: percusión, teclados y voz
Adriana Leguizamon: Acordeón
Victoria Gonzalez: Guitarra

Un poco de historia....

La platense Silvina Cañoni (percusión, teclados y voz) junto a las azuleñas Cecilia Picaroni (charango, guitarra y voz) y Vilma Wagner (percusión, teclados y voz) comenzaron a tocar juntas apenas después de conocerse, allá por mediados del 2001, en la Facultad Nacional de Bellas Artes de La Plata. Rápidamente se lanzaron a ejecutar canciones populares de la música argentina y el folclore latinoamericano, versionando a autores como Alberto Muñoz, Jorge Fandermole, Chico César y Liliana Vitale. Y así conformaron un repertorio que abarca tanto obras compuestas recientemente como otras de origen ancestral.

En 2004 publicaron su disco debut, A desenmarañar, que fue presentado en numerosos escenarios entre los que se destaca una gira que incluyó recitales en Tilcara y San Salvador de Jujuy.

En agosto de 2008 publicaron Azúcar de Caña, su segunda placa, donde las voces y los instrumentos se orientan a redescubrir músicas y a compartir un mensaje que parte de las sinuosidades y mixturas de las culturas criollas, mestizas y africanas.

La marca que resume la propuesta de Fulanas se concentra en la calidad de sus instrumentaciones, la creatividad aplicada a los arreglos de voz y la obsesión por pulir los detalles en sus ejecuciones, tanto en el escenario como en el estudio de grabación.

Mauro Lo Coco.Johannes Vermeer: la mirada que abisma


Muy probablemente, la creación más difundida de Johannes Vermeer (bautizado en Delft 1632-1675) es la denominada Alegoría de la Pintura, también conocida como El arte de la Pintura, o bien con el nombre de El estudio del artista. La pluralidad de títulos nos dice ya algo sobre este pintor de los Países Bajos: el cuadro (que data de 1666 y es la pintura de mayor tamaño de toda la obra de Vermeer) nunca fue vendida ni circuló mientras su autor estuvo vivo. Luego de su muerte, las diferentes designaciones que el trabajo adoptó fueron relevados de diferentes papeles comerciales. La fría letra de los mercaderes terminó por darle nombre a una obra que Vermeer conservó para sí mismo hasta irse de este mundo.


El frío bautismo por parte del mercado resulta una parábola y un anticipo de la enajenación, fenómeno que el capitalismo incipiente estaba instalando en la subjetividad europea. Los artesanos y los artistas empezaban a verse condicionados por la oferta y la demanda para la producción de sus obras, y es así como éstas terminaban por pertenecer, en muchísimos casos, a familias que apenas podían apreciar sus virtudes. De hecho, El arte de la Pintura fue vendida durante casi doscientos años con la firma falsificada de Pieter de Hooch, curiosamente, el principal competidor de Vermeer. Es que de Hooch cotizaba más alto. Básicamente, porque era más prestigioso. En el Siglo XIX, cuando fue establecida la autoría de Vermeer, se pudo reconstruir la tragedia: su mujer había intentado conservar el cuadro y salvarlo del remate al que tuvo que acudir para pagar las deudas que el propio artista dejó a su muerte. Así, lo habría entregado a su propia madre con el fin de preservarlo. Un fallo judicial dictaminó que el pasaje había sido realizado después de la muerte del pintor, con lo cual la pintura fue a parar inevitablemente a manos de mercaderes que, por lo visto, no sabían mucho de este asunto.


Un equívoco más pinta a las claras lo que suele hacer la lógica mercantil con el arte: durante un tiempo se creyó que éste era un homenaje a la monarquía local, como manifestación de apoyo en la guerra con Francia. Sin embargo, también ha sido visto como una forma de crítica hacia la misma corona y como una reivindicación de la fe católica, muy minoritaria en los Países Bajos para ese momento. Lo cierto es que esta obra maestra presenta una epifanía de dos personajes, una mujer que representan respectivamente a una mujer que remite Clio –la musa de la historia y de la poesía heroica– y al pintor, que de espaldas a los ojos del espectador la retrata. Esa espalda es una de las pocas imágenes (la otra es un supuesto autorretrato en La alcahueta) que poseemos del pintor neerlandés, bastante reticente a darse a conocer, por cierto. Esta imagen es robada a su vez por nuestros ojos, que el artista posa detrás de un cortinado pintado con un inenarrable detalle. Curioso es que esta imagen, que se propone como un robo, como vouyerismo, integrara el salón principal de la casa del pintor hasta su triste destino de mercancía.


¿Pero qué nos enseña Vermeer, además de que el arte y el dinero nunca se llevaron bien? El pintor nos trae dos innovaciones fundamentales y desarrolladas con maestría, que si bien no son atribuibles por completo a él (ni a nadie, como toda innovación, pertenece a la cultura y no exclusivamente al genio individual) son trascendentales para la historia de la pintura.


Por una parte, Vermeer se caracteriza por la innovación en los motivos tradicionales de la pintura barroca. Este estilo es el que caracteriza a su época y con el que artista tiene una relación extraña. Su influencia puede verse en la proliferación de elementos y el tratamiento de la luz, aunque estos rasgos aparecen en un escenario poco característico de la pintura barroca:

luego de realizar algunas pinturas históricas, su dedicación se concentrará en el paisaje urbano. Contrario a la idealización del pasiaje bucólico como emblema de pureza, y alejado de los retratos complejos en interiores penumbrosos, Vermeer pinta las vistas de Delft de día y con inigualable complejidad. En esta misma dirección, luego aparecerán motivos todavía más problemáticos: la fe (en alegorías moralizantes) y la ciencia (cuyo progreso celebró en las figuras del astrónomo y el cartógrafo).


La luz es el elemento principal de la obra de la esfinge de Delf –como fuera bautizado por Thoré-Bürger, dados los pocos datos que tenemos sobre su biografía y formación– y esto se basa en cuestiones técnicas centrales: por una parte, el uso de tintes muy costosos preparados con pigmentos orientales (los azules y dorados son colores distintivos) y la cámara oscura como herramienta de uso compositivo. Posiblemente, estos berretines permitan comprender el creciente endeudamiento de Vermeer, quien tomó impagables créditos para pagar los altísimos costos de producción de cada obra. Esto, sumado al puntilloso estilo del artista, quizás explique también su escasa producción conocida: se le atribuyen apenas entre 33 y 35 cuadros. También acaso nos permita intuir por qué, salvo el Elogio de la pintura, sus obras fueron teniendo un tamaño cada vez menor.


Estas cuestiones técnicas se ven reflejadas en los cuadros más reconocidos del autor, que responden a la estética costumbrista. Allí se observa un progresivo despojo, que resulta significativo. Es la segunda innovación que queremos mencionar. Las primeras representaciones nos muestran a mujeres realizando trabajos cotidianos en escenas domésticas plagadas de elementos simbólicos: así, a la fidelidad de la imagen se le suma el plus de mensajes encriptados en el ordenamiento y organización espacial. Este barroquismo va cediendo en las últimas representaciones a imágenes más despojadas, pero que encuentran su complejidad y riqueza en los innumerables matices que la luz produce sobre los sujetos y sus cosas, relegando al fondo a un papel secundario: casi todo es figura. Sin embargo, esta figura es en sí misma un mensaje misterioso: la luz ilumina todos sus pliegues, su complejidad. Así, como la paradoja zen: no hay lugar más oscuro que bajo la luz de una lámpara.


El camino estético de Vermeer nos enseña así que mirar es iluminar, es hacer visible algo para que eso se exprese. De un primer tiempo en el que ubicó los elementos al servicio de su decir, el carácter alegórico fue desplazándose de los elementos simbólicos hacia el mero acto de mostrar, para que lo que vemos nos hable sin intermediarios. Es que las imágenes son lo suficientemente intrigantes y complejas como para controlar el sentido que producen. Por eso, deje de leer este comentario y ponga “Vermeer” en el google-imágenes.Todo lo que estoy diciendo le va a quedar más claro, créame.

Miguel Giannattasio. Columna 2/7. El sol como energía para hacer infusión de flores!

El Patio Trasero sábado 23 de junio de 2011

Columna Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria


Sobre la ventaja de ungüentos y pomadas caseros

Hacer nuestros medicamentos de uso externo con los elementos que nos brinda la Madre Naturaleza es una de las medidas que nos acercan a la autonomía, a no depender del sistema capitalista que no da nada gratis, que nos vende, y que se apropia de nuestros cuerpos , nuestro tiempo, nuestra vida, si lo permitimos.
Una pomada o ungüento en casa con los elementos nobles como la cera de abejas y aceite vegetal, es sencillo y lo aprendimos de las abuelas y madres que cuidan la Vida, así con mayúsculas.

Ingredientes

Para un kilogramo de pomada se necesitan:

Cera de anejas, en especial bien filtrada, bien dorada……. 200 gr.
Aceite vegetal, no mezcla, no de soja ……………………..800 gr.
Partes de plantas con propiedades curativas, frescas………..400 gr.

Poner la cera a disolver a baño María, agregar el aceite y una vez mezclada la emulsión agregar las partes de las plantas a utilizar, por ejemplo si preparamos

Pomada de caléndula, agrega 400 gr. de flores, Nos sirve para picaduras de insectos, golpes, quemaduras, heridas

Ungüento para las vías respiratorias agregar 130 grs. de hojas de eucalipto, 130 grs. De hojas de alcanfor y 130 grs. De hojas de menta. Lo aplicamos en el pecho y nos da calor y nos alivia bronquitis y anginas

Siempre a baño María, sin apagar el fuego dejar macerar las plantas en la emulsión una hora y media. Al fin del período de tiempo, filtrar y una vez frío envasar.

Leonardo Varela 26/6: Maxi y Darío.

I.

¿Cómo se construye, sobre qué recuerdos y sobre qué olvidos, nuestra memoria? ¿Qué evocamos? ¿Qué forma parte de la amnesia? ¿En qué recuerdos y en qué olvidos se funda nuestra sociedad?

Somos lo que recordamos como colectivo y como individuos. Pero, sobre todo, somos lo que olvidamos, lo que nos enseñan a olvidar, lo que nos impulsan a olvidar, lo que quieren que olvidemos.

Nunca podremos olvidarnos del todo de nosotros: “No olvides que alguna vez tú fuiste sol”, dice un poema urbano, de esos que ingresan en nuestras almas como un viento fresco.

Es cierto: no se puede recordar todo, no se pueden incorporar todas las experiencias, no se puede evitar la selección (y toda selección implica exclusiones). Y ya lo explicó Jorge Luis Borges en “Funes, el memorioso”: recordar todo es intolerable, una suerte de excursión al infierno. Pero olvidar todo (o casi todo, o demasiado) es patológico. Y suicida.



II.

Hoy 26 de junio se cumplen 9 años del asesinato de MAXIMILIANO KOSTEKI y DARIO SANTILLAN, dos jóvenes pertenecientes al Movimiento de Trabajadores Desocupados ANIBAL VERON. Hubo 33 heridos de bala. Demasiados para que sea una simple casualidad.

Alfredo Atanasoff, ex Jefe de Gabinete del entonces Presidente de la Nación, Eduardo Duhalde y Secretario de la Confederación de Obreros y Empleados Municipales, reiteraba –ya avanzada la noche- que las muertes eran el resultado de una dura confrontación entre organizaciones “piqueteros”.



Alfredo Atanasoff fue también funcionario del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli quien, como se recordará, entró al mundo de la polis de la mano de Carlos Saúl Menem.

Eduardo Duhalde, el “inventor” del por entonces ignoto Néstor Kirchner, allá por el 2002, como figura presidencial, era la máxima autoridad de la Nación. Y Felipe Solá –funcionario de Eduardo Duhalde, de Carlos Saúl Menem, vicegobernador del “duro” Carlos Ruckauf, luego diputado por el kirchnerismo, ahora en el peronismo federal- era el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Y el ex agente de inteligencia (SIDE) Juan José Alvarez era el Ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, hoy diputado cercano al kirchnerismo. Parece mentira: un ex agente de inteligencia responsable los derechos humanos. Tampoco faltaba en ese aquelarre un dirigente radical como apoyo: Jorge Reinaldo Vanossi –“prestigioso” constitucionalista radical cuya actuación en la Cámara de Diputados a favor de la sanción de la Ley de Obediencia Debida y Punto final le valió el reconocimiento de muchos de sus correligionarios, aunque se violara la Carta Magna- era el Ministro de Justicia de la Nación. Y el locuaz A. Fernández, un soldado formidable de Eduardo Duhalde. Carlos Soria era el Jefe de la SIDE, hoy es el candidato del Frente por la Victoria en RIO NEGRO.

Es verdad lo que dijo alguna vez Néstor Kirchner: el diario de la señora Ernestina Herrera de Noble ofendió nuestra inteligencia cuando tituló: “La crisis causó dos nuevas muertes”. Y otros también la ofendieron y ofenden…



El comisario inspector Alfredo Fanchotti y el cabo y ex chofer Alejandro Acosta fueron los que dispararon. Los otros, todos los otros: los que les ordenaron a esos adictos a la violencia que llevaran a cabo su metódica labor de aniquilación, están libres. Peor aún: son funcionarios públicos, diputados nacionales o provinciales y uno aspira a volver a la Presidencia de la Nación juntando los residuos del peronismo para solucionar los problemas que “aquejan a mi querida patria”. Condenados al éxito o condenados al fracaso…sólo habrá que esperar que la desmemoria no nos invada de nuevo…

En el juicio -en el que se condenó a Alfredo Fanchotti y Alejandro Acosta a prisión perpetua- el ex chofer confesó: “A esos negros de mierda hay que matarlos a todos”, me dijo el comisario inspector”.

¿Qué nos revela ese enunciado, tan primitivo como exacto? Nos revela que eran (y son) dos concepciones de mundo las que se enfrentaban. La de un joven pobre (que era muchos pobres), firme, fuerte e inteligente, capaz de armar cooperativas, decidido a acabar con el miedo y la resignación. DARIO SANTILLAN eran lo nuevo…Y Alfredo Franchotti (y su secuaz Alejandro Acosta), lo más deleznable de un mundo perimido, obsceno, injusto, hipócrita y desigual.


III.

Desesperados, huyen -como pueden- hacia la estación Avellaneda, por la vasta Avenida Mitre, mujeres ajadas, niños con ojos de luna, jóvenes en ebullición, adultos y ancianos muy flacos. Las mal llamadas “fuerzas de seguridad” han desatado una represión salvaje. Los atacan a ellos, nos atacan a nosotros: como un felino que observa un tierno venado, se relamen. Hay quejidos, insultos, voces que se pierden; algunos lloran por la impotencia; otros lloran de tristeza. No saben cómo protegerse. Algunos compañeros los animan a no abandonarse, a no resignarse, a mantenerse unidos: “Piii-queee-teros, ca-ra-jo! Piii-queee-teros, ca-ra-jo!!”…Los gases invaden el aire, apenas si se puede respirar…Las mal llamadas “fuerzas de seguridad” se abren en abanico, luego se dispersan y actúan de a dos: uno dispara y otro recoge las cápsulas para que no queden pruebas de que tiran con balas de plomo. Parecen desbordados, están desbordados. Están ansiosos por matar...Lo necesitan para justificar su paupérrima existencia.

Un “patota” (armada por los servicios de inteligencia) se sube a un colectivo, baja a quienes viajan en él a la fuerza y lo incendian.

Los portavoces de la televisión –tan rústicos como obsecuentes de la autoridad institucional- se lanzan a decir:

“Piqueteros violentos queman colectivos!”

“Rompen negocios, roban a los vecinos!”

“Impiden el libre tránsito!”



Y lo repiten y lo repiten y lo repiten y repiquetean y repiquetean y lo repiten.

Y lo vuelven a repetir por si no le quedó claro a algún televidente con ánimo rebelde.

Y alguien ya asume esa voz como si fuera la suya: “Estos negros disfrutan destruyendo, no hay nada que hacer”







IV.

Las cámaras se dirigen velozmente a la entrada del Hospital Fiorito. El comisario inspector Alfredo Franchotti prepara su actuación. Rodeado por micrófonos, declara que “gracias al accionar ejemplar de las fuerzas del orden se pudo controlar el accionar de los elementos violentos y despejar el Puente Pueyrredón”.



Un upercut impecable (que parece condensar toda la potencia de los marginados) lanzado por un joven indignado estalla contra el ojo del comisario-inspector Franchotti.

“Asesino, hijo de puta!” –lo insulta y se le salen las lágrimas de los ojos.



El televidente promedio no comprende demasiado.







V.

Las fieras le disparan ahora a MAXIMILIANO KOSTEKI, artista plástico, artista diario, artista de verdad. Le disparan de cerca, de muy cerca. Sus compañeros no lo alcanzan a creer. Piden ayuda. Las “fuerzas del orden” están ordenando. Tienen “permiso” –el que tanto deseaban para actuar con impunidad-. Actuar es matar el 26 de junio del 2002. Han salido a cazar. Avanzan, dañan, ocultan, intimidan, engañan.

Maximiliano yace inmóvil. Agoniza ante la mirada del poder que lo celebra. Uno menos, se dicen. DARIO llega a la estación, fuga del horror de la represión con su mujer amada –esa mujer a la que él le enseñaba como un maestro- y con sus compañeros que lo adoran por su capacidad de organización. Le dice a su mujer que no se quede, que se vaya con la columna del Movimiento de Trabajadores de Desocupados de Lanús, que se vuelva…que él después la va a encontrar allá…DARIO SANTILLAN se queda en el lugar; sabe que está en peligro. El no tiene más armas que su amor revolucionario. Está desnudo, absolutamente desnudo, frente al Poder. El uniforme del comisario-inspector y del cabo lo expresan sin vueltas. DARIO SANTILLAN los mira firme. Les dice sin palabras: “Acá estoy yo con mi compañero...”.





El comisario Franchotti y el cabo Acosta se excitan con la posibilidad de asesinar, de aniquilarlo (y con él, liquidar un mundo). Joven, pobre, inquieta, no domesticable, la figura de DARIO se eleva, vuela por los cielos, estalla en flores y en pájaros sin jaulas…Los supera por completo...Los torna más insignificantes que nunca.

DARIO se vuelve hacia ellos, los interpela en su condición de sub-humanos y les ofrece la espalda mientras asiste a su amigo MAXIMILIANO…



Los cazadores enfurecidos por la decisión de privilegiar a MAXIMILIANO por sobre el peligro de muerte le tiran. Le tiran cobardemente. Con los brazos abiertos en cruz, DARIO SANTILLAN se estremece por los disparos, se dobla como en cámara lenta e ingresa para siempre en nuestras almas asombradas.

Esa es la imagen de una sociedad filicida: la repugnante mano de obra del poder mata a las mejores flores de nuestros jardines…Un joven pobre, digno, generoso, solidario, valiente, comprometido, irremplazable. Un joven sabio.











VI.

MAXI y DARIO, Cristos suburbanos, malva, adoquines y casillas, ejemplos luminosos, nos están mirando a cada uno de nosotros, ahora. Su mirada es una luz en el túnel de la infamia…



Nosotros, lo juramos, no diremos nunca: “Padre, perdona a sus asesinos, no saben lo que hacen”.

MAXI y DARIO, presentes. Ahora… y siempre. Ahora… y siempre. Ahora… y siempre.

Miguel Giannattasio: Huerta orgánica y soberanía almenticia. Unguentos y pomadas caseras!

El Patio Trasero sábado 23 de junio de 2011

Columna Huerta Orgánica y Autonomía Alimentaria


Sobre la ventaja de ungüentos y pomadas caseros

Hacer nuestros medicamentos de uso externo con los elementos que nos brinda la Madre Naturaleza es una de las medidas que nos acercan a la autonomía, a no depender del sistema capitalista que no da nada gratis, que nos vende, y que se apropia de nuestros cuerpos , nuestro tiempo, nuestra vida, si lo permitimos.
Una pomada o ungüento en casa con los elementos nobles como la cera de abejas y aceite vegetal, es sencillo y lo aprendimos de las abuelas y madres que cuidan la Vida, así con mayúsculas.

Ingredientes

Para un kilogramo de pomada se necesitan:

Cera de anejas, en especial bien filtrada, bien dorada……. 200 gr.
Aceite vegetal, no mezcla, no de soja ……………………..800 gr.
Partes de plantas con propiedades curativas, frescas………..400 gr.

Poner la cera a disolver a baño María, agregar el aceite y una vez mezclada la emulsión agregar las partes de las plantas a utilizar, por ejemplo si preparamos

Pomada de caléndula, agrega 400 gr. de flores, Nos sirve para picaduras de insectos, golpes, quemaduras, heridas

Ungüento para las vías respiratorias agregar 130 grs. de hojas de eucalipto, 130 grs. De hojas de alcanfor y 130 grs. De hojas de menta. Lo aplicamos en el pecho y nos da calor y nos alivia bronquitis y anginas

Siempre a baño María, sin apagar el fuego dejar macerar las plantas en la emulsión una hora y media. Al fin del período de tiempo, filtrar y una vez frío envasar.